La creación de mundos virtuales inmersivos es la próxima gran promesa tecnológica que marca a Silicon Valley, pero las cifras de pérdidas económicas y las reacciones que han generado sus primeras presentaciones por ahora establecen un panorama que solo atrae a un pequeño nicho.
El metaverso es el gran próximo negocio que está en la mira de Meta, el conglomerado detrás de aplicaciones tan populares como Facebook e Instagram.
A grandes rasgos, piensen en un entorno de realidad virtual que en el mejor de los sueños de Mark Zuckerberg luce como los mundos de la película Ready Player One, pero que en la actualidad no es más que un a bosquejo, 0n sueño de un multimillonario que también es compartido por otros bolsillos que también quieren crear sus propios metaversos.
O sea, claramente por ahora no hay espacio para pensar en una sola gran plataforma como la idea plasmada de forma audiovisual en la película de Steven Spielberg.
De ahí que no pocos expertos ponen sobre el tapete que hoy por hoy este tipo de ideas solo representan un mero proyecto que requiere mucho, mucho trabajo. Al mismo tiempo, el público general no ha logrado engancharse a partir de videos de presentación más propios de propuestas visuales que están más en la línea de los gráficos de una consola anticuada..-
No solo eso, múltiples son los reportes que hablan de cómo las primeras locaciones del metaverso están completamente vacías, sin nadie que esté ahí, bajo la promesa de que las inversiones comerciales de las marcas rendirán frutos eventualmente.
Claro que nada garantiza que eso realmente se convertirá en realidad, más allá de que hoy pot hoy existan experiencias puntuales de realidad virtuales que son destacadas como algo realmente interesantes.
La promesa de un metaverso
Aunque la idea del metaverso no es nueva, y obras de ficción como la clásica novela Snow Crash publicada por Neal Stephenson en 1992 usaron el término, la idea de un entorno inmersivo virtual ha ganado más fuerza en la última década. De hecho, no pocos emprendedores tecnológicos la han levantado como una propuesta que podría marcar el siguiente paso de la Internet.
Pero eso por ahora tiene más de promesa publicitaria que de algo con proyecciones redituables en el corto plazo. Lo anterior se debe a que mucho de lo que se habla del metaverso tiene relación con un futuro nebuloso, poco claro, que solo vive en las proyecciones de keynotes que solo le importan a un nicho ciego en Silicon Valley.
En el caso del Metaverso de Zuckeberg, también han surgido múltiples críticas sobre las proyecciones reales de su propuesta, la cual ya generó pérdidas por más de $10 mil millones de dólares en 2021. Más aún, como su implementación se ha ligado a tecnologías como el blockchain,. también se ha cuestionado el foco comercial de una iniciativa que se sustenta, en parte, en un terreno tan fangoso como el de las criptomonedas y los tokens no fungibles (NFT).
Por eso, mientras se postula que las instancias de metaverso podrían mejorar las comunicaciones, sacar partido a nuevas propuestas de videojuegos que expandan a hits como Fortnite, se creen espacios para mejorar la productividad laboral, se fomente el aprendizaje en línea e inclusive las instancias de comercio electrónico, por ahora todo sigue en un terreno de promesas no cumplidas que tienen como gran barrera inicial la adopción masiva de las gafas. Y ese definitivamente es un problema.
Es decir, quizás lo más llamativo es que las gafas en cuestión ni siquiera se han logrado adoptar ampliamente en un entorno de videojuegos, por lo que la idea de nicho de estos mundos virtuales solo sigue reforzándose día a día. En ese sentido, la propia Meta intenta cautivar a las audiencias con sus Meta Quest 2, unas gafas que tienen un costo de $350 dólares (Alrededor de $340 mil pesos chilenos), pero estas siguen sin generar mayor confianza más allá de la propia experimentación tecnológica.
Una realidad virtual que sangra dinero
Más allá de las limitaciones del hardware que siguen patentes, tanto por los entornos visualmente pobres de los primeros espacios del metaverso como por la calidad gráfica de los avatares de Zuckerberg que son más propios de consolas tan obsoletas como la Nintendo Wii, el factor económico del negocio sigue siendo la piedra de tope que entrampa a todas las conversaciones.
Claro, si un momento se estableció que el conglomerado Meta tenía un valor de mercado superior al billón de dólares, su estirpe ha caído en cerca de un 70 por ciento para situarse en la senda de los $256 mi millones. Por eso el propio Zuckerberg dejó hace meses de estar en los primeros puestos del listado de multimillonarios de Forbes.
Parte de esa caída obviamente se explica por los informes financieros relacionados al metaverso, ya sea por que la compañía ha sangrado dinero para el desarrollo de sus mundos virtuales o debido a la propia reacción pública que han generado las presentaciones virtuales lideradas por el CEO de Meta.
En ese sentido, aunque algunas marcas importantes han generado algunos movimientos para crear sus espacios virtuales, en general los reportes hablan de una pésima experiencia de usuario y entornos virtuales carentes de visitante. De hecho, un reporte reciente planteó que el Horizon Worlds, la plataforma de realidad virtual colaborativa de Meta, solo congrega a 200 mil visitantes durante cada mes. Una cifra realmente insignificante.
La cifra en cuestión choca con las proyecciones de Meta, quienes visualizan un negocio que podría valer más de tres billones de dólares en la próxima década, pero lo anterior solo sigue en el terreno de las promesas más optimistas. Por eso el metaverso solo sigue en el terreno de los proyectos y por ahora son pocos los que se entusiasman. La mayoría no tiene claro sobre el foco que tendrá ni menos sienten la necesidad de prepararse. Mal que mal, muchas de las gafas desarrolladas tienen como destino quedar como costosos pisapapeles.