Viajero, amante de las historias, un día Claudio Retamales se decidió a dejar un trabajo en el que le iba lo suficientemente bien para dedicarse a YouTube: esa era, en definitiva, su pasión. Con más de 600 mil suscriptores en esa red, asegura que si le ofrecen un empleo con mejor paga, diría que no; que quiere hacer videos hasta “abuelito”, y que “hace años” no ve “una serie por completo” porque prioriza su canal. “Lo disfruto, lo vivo y por eso me esfuerzo tanto”, argumenta.
Veinte minutos antes de las cuatro de la tarde, Claudio Retamales sugiere cortésmente —con dos mensajes de WhatsApp— adelantar el encuentro acordado previamente para las cinco. Es el penúltimo miércoles de febrero, según su manager el único día libre que le queda esta semana. Acaba de llegar a Villa Alemana desde Arica, donde fue invitado a filmar el carnaval (“más grande de Chile que los chilenos no conocen”, registro que subirá a su canal tres días más tarde y que superará las 182 mil visualizaciones), y en unas horas tiene planeado desplazarse a Santiago, y luego a Antofagasta, para grabar otro video. A pesar del ajetreo, mató el tiempo de sobra por la mañana editando el material y ahora, mientras conversa con La Cuarta, prepara su almuerzo.
—Eduardo, ¿me espera un poquito? —pide permiso, con la cordialidad que lo distingue, y vuelve unos segundos después—. Se me estaba quemando el pollo.
Sus treinta años, aunque represente muchos menos, Claudio Retamales los ha repartido entre Viña del Mar, Valparaíso, Quilpué, Puerto Aysén, Antofagasta, Villa Alemana y, anticipa, a contar de marzo Santiago. Tanta mudanza se explica, en parte, por el trabajo de su padre, también Claudio Retamales, marino de la Armada, y últimamente por el suyo, un electrónico en telecomunicaciones que reparaba computadores, antenas, o lo que le pidieran, en la perla del norte.
Era evidente, sin embargo, que las cosas tomarían otro rumbo.

A los diez o doce, su padre le regaló una cámara básica que ni siquiera grababa audio, pero eso era lo de menos: él, cuenta, se encargó de esos detalles. Descubrió técnicas para manipular sus videos, incorporarles música, surtirlos de efectos. Descargó programas especializados y, en su afán de adquirir experiencia, de YouTube y sus tutoriales hizo su pasatiempo. En los años siguientes, incluso preparó sus primeros cortometrajes.
—Invitaba a mi familia. A mis tíos, mis primos y mis amigos a que participaran. Yo hacía los guiones, grababa y editaba, ponía los efectos de las pistolas, de las explosiones. Después los veíamos juntos en un asado familiar, los ponía en un proyector.
Era difícil predecir que después de esto Claudio Retamales forjaría una próspera carrera audiovisual, pues era todavía pronto; pero luego asomaron otras pistas. Mientras, en el colegio comenzó a presentar un serio entusiasmo por la historia y, en concreto, por la Segunda Guerra Mundial. Una vez un profesor los hizo elegir un tema libre, de lo que fuera, para disertar y él habló del desembarco de Normandía. Ningún otro compañero consideró algo remotamente parecido.
Hay más piezas —lo paranormal, por supuesto— en el puzle, pero a Retamales le gusta pensar que es esta mezcla, de grabar y editar, de aprender historia, el inicio de todo.
En 2017, inauguró su propio canal de YouTube y, desde entonces, todos lo conocen como Claux, el nombre que escogió para bautizarlo. Claux.7, para ser más exactos, que viene de Claudio y el 7, en esos años, por Cristiano Ronaldo. Pero también porque, dice, es una prenda de buena suerte y su número predilecto.
—Hay dos puntos importantes en mi historia de YouTube. El 2017, que me atreví a subir el primer video, con la intención de hacer videos y de subir todos los fines de semana, pero que no tenían mucho valor. Eran videos que a mí me gustaban, nomás. Y después de la pandemia, cuando no se podía salir sin salvoconducto, 2020, 2021, por ahí, acumulé esas ganas de decir: estoy desesperado, quiero salir a grabar, salir a contar historias. Ahí me di cuenta de que esto era mi pasión y que era lo que me movía. Me hacía falta eso. Apenas me soltaron, me di cuenta que había que entregar un valor a la gente con los videos y ahí el canal explotó. Empecé a crecer más rápidamente.
Por si existe alguna confusión, Claux evalúa sin mucho valor el contenido donde comparaba completos o pizzas de locales de comida rápida, o probaba algún producto frente a la cámara, o buscaba romper retos de internet. Cosas que, en efecto, dejó atrás hace poco menos de cinco años y reemplazó, lentamente, con curiosidades del norte grande, visitas a cementerios abandonados, historias de terror y sucesos paranormales.
Por ejemplo, cuando compartió “El lugar más bonito de Antofagasta”, la Quebrada Carrizo, “un lugar de mentira, que es como el fondo de Windows, ese de arena”, alcanzó cifras que para entonces no manejaba. Había algo ahí.
—Dije: oh, mostrando cosas que la gente no conoce, llego a muchas más personas.
—¿Tenías alguna referencia para hacer contenido?
—Sí, el 2017 Luisito Comunica, cuando fue a Venezuela, me inspiró a hacer estos videos y empezar en YouTube. Entrando a los supermercados, caminando por la calle. Así empecé mi canal. Y luego, Lethal Crysis, que es un youtuber español que hace documentales. Él me inspiró también para hacer videos un poco más profesionales y entregar algo de valor, que la gente aprenda algo. De una mezcla de los dos salió mi canal, Claux.7, y hasta el día de hoy va tomando identidad. Al principio uno trata de copiarles a ellos, pero después, de a poquito, se va desviando, tomando su forma. Hoy creo que ya tengo una identidad más propia.
—Arriesgaste con el desierto, un lugar tal vez aburrido para muchos.
—La gente está acostumbrada a que si no hay una cascada, si es que no hay un lago, un bosque verde, es fome, es feo. El desierto lo ven y ven todo café, todo muerto, que no hay vida. Feo. Pero si uno se interioriza un poco más, si recorre el desierto, se da cuenta de que es realmente hermoso. Tiene cosas únicas, porque no hay otro lugar igual en el mundo como el desierto de Atacama, que es el más seco del planeta. Te puedes perder, te demoras horas en ir de un lugar a otro, pero sabiendo dónde ir es realmente hermoso. Yo, por lo menos, quedé loco cuando aprendí a ver la belleza del desierto y del norte de Chile.
—¿Cuándo dejó de ser un hobbie?
—En julio del 2021 me salí de mi trabajo y me tiré a la piscina, digamos. Me tiré a la piscina, porque no sabía si podría vivir de esto, pero ya los ingresos que estaba teniendo en YouTube estaban igualando a los de mi trabajo. Aún no lo igualaba, pero yo decía, pucha, si le dedico el cien por ciento del tiempo, me tengo fe y sé que voy a poder. Y, gracias a Dios, me salió bien todo. Ya llevo cuatro años viviendo de esto.
—¿Qué te dijeron tus papás?
—Para mí no fue mucho trabajo convencerlos. Tuve suerte de tener los papás que tuve, porque cuando les dije que me iba a salir de un trabajo estable, un trabajo en el que podía seguir toda la vida y tener una familia estable, para dedicarme a hacer videos en YouTube, ellos al tiro me dijeron: “Dale, nomás, dedícate a lo que te apasiona, confiamos en ti”. Tengo suerte de tener ese apoyo, porque sé que hay muchas personas que no lo tienen y quizás si me hubieran tocado otros papás, no estaríamos hablando ahora. La decisión del 2021 fue en gran parte por ellos. Y que yo pueda caerle bien a las personas es también por la educación que me dieron. Me enseñaron a dar las gracias, a pedir permiso, cosas tan simples pero que de verdad son tan importantes.
Claux.7 tenía 200 mil seguidores en YouTube y un modus operandi definido cuando dejó su trabajo en la gobernación de Antofagasta. Su tiempo de sobra lo pasaba en Google Maps y una vez algo llamaba su atención, era hora de investigar. Fotos, nombres, relatos, lo que fuera. Si ya había funcionado en el norte, donde la gente lo reconocía, le pedía selfies al pasar, en el resto del país era cosa de tiempo.
—Yo venía a Santiago y no me conocía nadie —se ríe— pero gracias a Dios, ahora me conocen en todo Chile.
Claro, ahora en YouTube son 630 mil sus seguidores, en Instagram 554 mil, Tik Tok 1 millón 100 mil y Facebook 484 mil. Aun así, cuando lo saludan en algún metro, sigue sintiendo vergüenza.
—Me pongo un poco rojo. Pienso en las personas que no me conocen. ¿Qué dirán? ¿Quién es este loco?
—Pero en una carrera tan ingrata, donde hay mucho hate, la gente parece sólo quererte. ¿Cómo manejas eso?
—Me da un poco de miedo a veces leer los comentarios y que sean todos buenos. Yo digo, pucha ¿y cuando me funen? Porque nadie está a salvo de nada. Puedo cometer algún error y me funan, ¿y qué pasa? ¿Me voy a caer? Cómo voy a reaccionar yo. Porque entrevista que veo, o lugar donde me publican, en los comentarios: él es bacán, hace muy buen contenido. Son puros comentarios positivos y lo agradezco muchísimo. No tengo tanto hate. Igual, siempre va a haber gente que te escribe “está penca el video”, o “está fome”, pero es como el uno por ciento. Yo me acuerdo que había esposas de compañeros de trabajo que me decían: “Búscate una polola y déjate de hacer esos videos pencas”. Así de fuerte. Y yo les decía: no, si estoy tranquilo, y seguía. Hay personas que te apoyan, otras que no, pero uno tiene que seguir, porque si paras a responderle a todos, no avanzas nunca.
Pero con la convicción no basta. Para Claux, además, es crucial ser constante:
—Yo podría ser flojo y no subir videos todos los sábados, pero ya llevo como cinco años subiendo todos los sábados. Independiente de lo que pase en mi familia, de si me operan. Independiente de cualquier cosa. El sábado sí o sí habrá un video. Eso es: constancia, trabajar mucho. Trabajar cuando de repente todos se van de paseo. Yo me he quedado aquí editando solo, porque tengo que ser responsable. Esa es la prioridad número uno si quiero seguir dedicándome a esto. Eso es lo más difícil y quizás por eso no todos pueden ser youtubers. Hace años que no veo una serie por completo, porque si me queda tiempo libre me pongo a hacer tiktoks o reels para seguir creciendo en las otras redes sociales.
—¿Hasta cuándo te ves como youtuber?
—Por el momento no creo que haya otro trabajo que me apasione tanto como este. Lo disfruto, lo vivo y por eso me esfuerzo tanto, para alargarlo lo máximo que pueda. No sé hasta cuándo me pueda durar, pero disfruto el momento. Y ahorro lo que más puedo. Trato de gastar poco, de tener una vida sin grandes lujos. No se gana mal siendo youtuber, pero vivo, en el caso de que mañana deje de ser youtuber, para poder tener trabajo normal, corriente, y seguir con la misma calidad de vida que tengo ahora. Pero, como le digo, si me dieran a elegir otro trabajo donde me paguen más, creo que diría que no. Porque esto es lo que me gustaría seguir haciendo hasta que sea abuelito. Incluso, si algún día cierran mi canal o muere mi comunidad, igual lo seguiría haciendo, para mí, como al principio, cuando no me veía nadie. Es una pasión y no tiene precio eso.
De Visviri a Puerto Williams, a falta de algunos pueblos muy puntuales, Claux cree haber grabado por todo Chile y, en los últimos años, también sumó aventuras por Estados Unidos, México, Europa y buena porción de Sudamérica. Un inmenso catálogo que en 2023, antes de llegar a los 300 videos, hoy ya son 456, propició una improbable colaboración con Discovery: desde el canal lo contactaron para participar de un capítulo de Destination of the Damned en la exsalitrera La Noria de Pozo Almonte. Y más tarde, sus historias paranormales fueron a parar a los oídos de Carlos Pinto, quien lo convocó para un crossover en La noche menos pensada.
Con él se sinceró acerca de una experiencia que lo angustió precisamente durante la grabación con Discovery. Fue así:
—Entramos al cementerio y al tiro empecé con un dolor de cabeza. Sentía que me tiraban hacia abajo, como si anduviese con una mochila de ladrillo. Teníamos una máquina que marcaba por colores. En verde no había ninguna presencia paranormal, amarillo es porque había algo cerca, y rojo es porque ya certeramente está la presencia. Íbamos caminando y marcó rojo. Me di vuelta y marcó verde. Seguimos caminando y volvió a marcar rojo el aparato, pero cuando miro de vuelta, ya estaba en verde. Me dijeron que me quedara quieto. Me marcaron la espalda y la espalda marcaba por completo rojo. Sí o sí había un espíritu en mi espalda, por eso sentía ese peso. Yo he ido otras veces a cementerios y siempre me duele la cabeza, siempre siento ese peso, entonces es probable que los espíritus se me suban a la espalda.
—¿Has superado esos miedos?
—A medida que ha pasado el tiempo. Al principio yo veía un hueso en un cementerio, porque los cementerios del norte son tenebrosos, los huesos están encima, las calaveras, y me quería ir. Con suerte entraba. Ahora lo miro distinto, ya no me sorprende como antes. Y también la muerte la veo distinta. Ya no me da miedo, sé que es un proceso. Así como nacemos, tenemos que morir y, a mi forma de ver, ya lo hemos hecho muchas veces, reencarnándonos. Siento que el bien es más grande que el mal. Siento que si voy iluminado, irradiando buena energía, no me va a pasar nada. Muchos se ponen amuletos, pero yo nunca he ido con nada. Con la mente fuerte, nomás.
Durante marzo, Claux tiene planificado viajar a las Islas Malvinas para documentar la guerra entre Argentina e Inglaterra. Sabe que es un asunto complicado, pero tiene confianza en sus modos de comunicar. Después le gustaría dar una vuelta por Asia, más que nada Japón y Corea del Sur, y tal vez, con algo de suerte, conocer las pirámides de Egipto. De Chile, dice, sólo le queda la Antártica. Por si fuera poco, hace unas semanas firmó con Penguin para escribir su tercer libro, el primero con una editorial, que será de misterio y publicado el 2026.
—Alguna vez dijiste que querías ser el mejor youtuber de Chile.
—En mi mente siempre está querer ser el mejor en lo que hago. Obviamente está Germán, y es casi imposible superar a Germán. Pero en el nicho que yo tengo, que es como de historia, quiero ser el mejor de Chile.