¿Quién lo hizo y por qué lo hizo?
Cuando le preguntaban a Diozel Pérez, el histórico director de La Cuarta por cómo se hacía el diario pop en los años 80, él, conocido como el zorro plateado y fallecido en 2012, respondía que “igual que las parrilladas de Franklin: a puro corazón”.
La analogía apuntaba al trabajo “a pulso” del nuevo medio aparecido en noviembre de 1984 y que, entre días convulsos y de crisis económica, con la música de Soda Stereo y Los Prisioneros en el aire, retrataba a un Chile que se abría paso firme hacia el retorno a la democracia.
Así arranca esta búsqueda, a punta de máquinas de escribir con papel roneo, grabadoras de casete y cámaras fotográficas análogas.
Inconsciente colectivo
Hay quienes dicen que buena parte de Chile se puede contar a través de la estética de sus pequeños comercios o de las marcas y sus avisos publicitarios. Incluso, postulan, habrían mensajes que nos sobreviven hasta hoy.
Entre esas imágenes, diseñadas con herramientas y técnicas de otros tiempos, podemos ver un reflejo de lo que fuimos y también de lo que ahora somos.
“A pesar de las limitaciones de cada época, hay un nivel de expresión que las vuelve emblemáticas para nuestra identidad, y por algo nos cautivamos cada vez que las vemos”, dice Alfredo Duarte, el diseñador a cargo de la nueva careta del diario pop.
Fello sigue: “Las llamamos vintage, retro o kitsch pero son algo más, son parte de nuestra memoria colectiva”.
Hasta allí, cuenta nuestro diseñador, escarbó para llegar hacia la propuesta de la nueva identidad visual de La Cuarta.
¿Cómo empezó esta búsqueda de la nueva identidad gráfica y hasta dónde te llevó?
—Como La Cuarta ahora es digital, pensaba que la búsqueda tenía que ver con lo que ya no es popular sino que pop, y tiene que ver más con la identidad nacional, con la identidad de lo que uno puede asumir que es lo chileno, pero vista desde un punto más transversal.
“En las conversaciones preliminares había barrios de Santiago. La Cuarta nueva no es La Chimba ni La Vega, pero tampoco Barrio Italia ni Lastarria, que son más cuicos. Había que encontrar el barrio y eso automáticamente me llevó a ir a la calle, en pandemia, durante la franja deportiva. Así llegué a Brasil, donde están estos talleres que arreglan autos, Victoria y San Diego. Otros amigos diseñadores llevan un instagram que se llama @carteltermoformado y con esa idea en la cabeza de cuál es esta expresión material de lo chileno, que se manifiesta en la calle o en la vida cotidiana, empezaron a surgir líneas y búsquedas”.
“En un punto apareció el deseo de hacer una especie de tributo a esta cultura de los comercios, de los locales y a las marcas emblemáticas de la cultura nacional, como Tricolor, Polpaico, Té Club y La Gran Capital, aunque la lista es infinita. Se hizo demasiado ineludible y empezó a ayudar a que tomara forma la identidad, que se pudiera sentir muy chilena, y de una forma extraña porque es para un medio que es digital pero con una estética muy retro”.
“Eso es raro pero funciona de alguna manera. Uno de los desafíos entretenidos era tener un lenguaje que funcione para Internet pero que se sienta, a la vez, retro. Lo vintage y lo retro terminó siendo familiar, que es una palabra más adecuada y los barrios son familiares”.
“Hay honestidad en el tributo. La marca tiene un carácter que da hambre, parece de restorán. Ahí empieza a cuajar. Me llevó 100% a mi infancia, pero creo que es colectivo. Ahí está lo popular. Es como cuando le muestras un disco que te gusta mucho a alguien. Son imaginarios compartidos por todos y que te remiten a algo que es cercano, que puedas decir que es chileno”.
Lo que fuimos
Tiempo ha, cuando La Cuarta llevaba como lema “el diario popular”, era un medio con alma de detective, escrito en “chileno” y que en décadas venideras supo subirse a la montaña rusa de la farándula y la explosión de la web.
Su director estaba seguro de que, si un trabajador viajaba una hora y media en micro desde su casa al trabajo, la misión de La Cuarta era entretenerlo y al mismo tiempo saber informar.
Por eso, la nueva imagen del diario pop buscó en el imaginario del cartel chileno, los pequeños comercios de barrio y galerías, y las marcas de antaño.
Fello cuenta que cuando vio el primer logo de La Cuarta, lo remitió a una época anterior a la que realmente pertenece. “Una de las versiones la hizo Juan Carlos Berthelon, que es un diseñador muy destacado en Chile, muy reconocido que aportó a la tradición y el grado de conocimiento y circulación que tiene La Cuarta. Es algo que no te vas a tomar a la ligera, de pensar en cómo se ve eso”, dice.
Luego sigue: “La tradición de La Cuarta es muy entretenida en términos visuales. Editorialmente está cuestionada y no es lo que era, en ese sentido hay elementos que quedan y se rescatan. Nunca podría imaginar que para una propuesta de 2021 se van a seguir usando imágenes como La Bomba 4, pero hay una parte importante de la tradición impresa, de los colores, que destacan o son identitarios. Como no tomarse tan en serio”.
Además, recoge los colores como parte fundamental de su nueva identidad.
Se trata de una paleta que remite a los juegos y cachureos que alegraron la vida de los chilenos en una época en que no había pantallas móviles ni computadores.
“Pintura de calle, papel boleta, un sello, cintas, marcos, escudos, collages, flechas y tipografías atemporales conviven en una identidad festiva y familiar, como si se tratara del negocio de la esquina pero es un medio de Internet”, dice el diseñador.
“Antes de las pantallas de computadores o celulares, no existía propiamente tal el color digital, que se caracteriza por una intensidad de azules, verdes y rojos. Por lo tanto predominaban colores que podías imprimir: amarillos, verdes, cianes, magentas, colores del diario, pero también de La Gran Capital. Colores que son pigmentos, como los que puedes armar con témperas”, explica Fello.
Luego cierra: “La idea de fondo, al final, es que todos los elementos, colores, tipografías, recuadros, sean consistentes con la historia que quieres contar. Entonces, si la historia es que es una marca familiar, de barrio, lo lógico es recurrir a esos colores, los colores que están ahí”.