Las definiciones de las monjas cannábicas: “La vida monasterial es muy estricta, pero aquí cada una es una individua”

La hermana Kate fue la creadora de las 'Sisters of the Valley'. Foto: REUTERS/Lucy Nicholson
La hermana Kate fue la creadora de las 'Sisters of the Valley'. Foto: REUTERS/Lucy Nicholson

Visten con habito y viven en comunidad, pero no son religiosas. Creen en la individualidad y gozan de muchas libertades pese a que se piensa que están enclaustradas. Antes de la pandemia, sus ganancias ascendían a más de un millón de dólares por año con la comercialización de la marihuana medicinal.

Habitan en un campo donde tienen trabajos designados y en las noches todas cenan juntas. Se denominan ‘Las Hermanas del Valle’. No son monjas. Viven en California y existen hace una década. Pese a su comportamiento, están lejos de seguir los cánones de la religión católica. “Cuando el Congreso de Estados Unidos declaró que la pizza era un vegetal para hacer que los desayunos de escuela de nuestros hijos parecieran más saludables de lo que son, yo declaré que era una hermana”, cuenta Christine Meeusen, quien se identifica como sister Kate.

En este diálogo están Kate (64) y Camilla (36), dos de las sisters de la ‘congregación’ (por darle una denominación a lo suyo), quienes incluso han aparecido perfiladas por la revista Rolling Stone. En este caso la ‘superiora’ de las ‘Sisters of the Valley’, vendría a ser Kate, quien explica como fueron desarrollando su espacio. Ella ha ganado notoriedad e incluso se le ha visto posar con armas, para expresar su pensamiento de activista. “Empecé a ir como hermana a protestar. Y terminó con el lanzamiento de las Hermanas del Valle. Nos parecía como las Beguinas, que en la Edad Media obtenían su propia propiedad, hacían su propia agricultura y no se asociaban con ninguna religión. Empezamos a crear algo que era más antiguo que aquello de las hermanas católicas hacen, algo que era antiguo y preexistente, antes de las hermanas católicas”, relata.

No fue desde el principio que estuvieron insertas en el mundo de la marihuana, pese a que hoy es el elemento que las diferencia. “Bueno, mi hermana Kate empezó hace 10 años. Comenzó como activista en el Movimiento Occupy. Así que básicamente es así que desarrollamos el vestuario que usamos. Con el tiempo empezó a trabajar con la industria de cánnabis y fue entonces que desarrolló los productos CBD”, aporta Camilla.

Monjas Cannabicas
Las Hermanas del Valle, que no están relacionadas con la Iglesia Católica, cultivan su propia marihuana y la fuman. Foto: REUTERS/Lucy Nicholson

El sábado 19 de octubre, las Hermanas del Valle, también denominadas ‘Weed nuns’, en su país, estarán exponiendo en Estación Mapocho, en la tercera Feria Profesional de la Industria del Cannabis, THC Expo 2024. “Tendré que entender un poco mejor dónde está Chile con sus leyes y su regulación. Pero mi mensaje general siempre es el mismo. Necesitan apoyar a las mujeres en el negocio y necesitan ayudar a los pequeños agricultores. En Estados Unidos las pequeñas farmacias están en peligro porque las grandes corporaciones están comprando todo. Nosotras hemos logrado mantener vivo nuestro negocio por una década”, dice la hermana Kate.

Su misión y la ley

Una de las premisas de las Hermanas del Valle es quitar el estigma que existe sobre el consumo de la cánnabis. “Creo que lo hemos logrado. Hemos llegado al punto en los Estados Unidos en el que no queremos que las hermanas fumen por las cámaras, pero estamos bien con eso en México. En otros lugares donde todavía es un gran problema y todavía no hay acceso seguro”, plantea Kate.

En esa línea, la mujer cuenta algunos momentos en que han tenido problemas legales en su país, producto de la actividad que desarrollan. “¿Hay una traducción para eso? En Norteamérica es ‘Cese y desista’. Vienen de la ley. Ese es el tipo de orden que recibes del gobierno. Tengo tantas de ellas que podría usarlas para papel en mi baño o cubrir un baño completo. Hemos tenido muchos problemas. Nuestros problemas no eran policías golpeando nuestras puertas, eran las garantías que llegaban. Debes parar de hacer lo que haces porque no es legal. Y así, uno a uno, mientras los recibíamos, teníamos que lidiar con ellos. Eso se va pagando con dinero en multas, en tarifas”, explica.

“Empezamos antes de que las leyes estuvieran, antes de que tuvieran tarifas para nuestro negocio. Así que estábamos haciendo lo que siempre hacemos. Y, boom, dicen que aquí tienes que parar. Ahora tenemos tres licencias del estado. Una es para los cosméticos. Esa es nuestra SAP. Una es para la comida humana y otra es para la comida animal. Así que tenemos tres licencias de la agencia de alimentos y drogas del estado de California”, agrega.

Monjas Cannábicas
Las “monjas de la marihuana” tenían ganancias superiores al millón de dolares anuales antes de la pandemia. Foto: REUTERS/Lucy Nicholson

Pese a que han logrado regularizar su negocio, también hay personas que miran con recelo su labor. Sin embargo, con el paso del tiempo cada vez son más aceptadas. “Hace 10 años, cuando empezamos, tuvimos problemas, pero siempre con viejos hombres blancos que no saben nada sobre catolicismo y no han estado en la iglesia jamás. A ellos les enoja y les indigna nuestra existencia. Siempre han sido los viejos hombres blancos, son los únicos. Por otro lado, hemos recibido regalos y cartas de hermanas católicas de todo el mundo. Hemos sido muy apoyadas. Ellas son amables con nosotras”, enfatiza.

El credo y cómo ingresar

Independiente de que no tienen una creencia religiosa establecida, las Hermanas del Valle cuentan con un credo propio. Son ocho puntos donde buscan dar a conocer sus modos y sus pensamientos. “Nuestra primera premisa es que debemos organizar nuestras vidas de acuerdo a los ciclos de luna. La segunda es que reconocemos que la inteligencia humana nos da una responsabilidad única hacia nuestro medio ambiente y buscamos vivir en armonía con la gente y la naturaleza. La tercera es que reconocemos una profundidad de poder que es más grande que nosotros. Aquí es donde ponemos nuestros creencias espirituales. Creemos que hay otro lado. Lo que el individuo quiera poner en ese otro lado, es su propósito. Ese es parte de nuestro sistema de creencias. Pero más allá de eso, eso es todo lo que sentimos que nadie sabe en este tiempo de la tierra. Que hay otro lado y eso es todo”, dice la hermana Kate.

Para entrar a la sociedad, las hermanas poseen un sofisticado sistema a través de internet, donde se dan a conocer en profundidad. “Tenemos un proceso en Patreon, ahí hay un enlace. Puedes pagar $5, descargar nuestro libro, que es una compilación de seis años de ceremonias y tiene todos los principios de la hermandad. Después de eso, podemos hacer una entrevista contigo y dependiendo de eso y dependiendo de tus intereses y todo, podemos avanzar o no”, dicen.

“Para resumir. Tienes 30 días para obtener una copia gratuita de nuestros creencias y para llenar un cuestionario. Ahí es donde decimos quienes somos. Luego, la Hermana Camilla y Hermana Halla tendrán una conversación con la postulante, como lo estamos haciendo aquí, y descubrirán su interés. ¿Quieren vivir con nosotros? ¿Quieren abrir su propia hermandad en su cornero del mundo? ¿O solo quieren pasar un poco de tiempo en la planta para descubrir si esta bien o no? Todos los casos son diferentes. Todos llegan a nosotros con necesidades únicas y de diferentes lugares del mundo. Pero básicamente usamos Patreon como un lugar para recoger esa información. Así, si extendemos esa invitación, sabemos a quién estamos hablando”, añade Kate.

¿Qué tan lejos están de las monjas convencionales? Quizás el punto más importante es que no creen en el Dios tradicional de las religiones. “No ponemos un dios masculino o un dios femenino. Esa es una creencia individual. Reconocemos que todos tenemos un mundo exterior y un mundo espiritual. Trabajamos para controlar las fuerzas dentro de nosotros que causarían daño a otros o a la naturaleza. Siempre estamos conscientes del pasado, presente y futuro. Estamos contra aquellos que buscan poder a través de la sufrimiento de otros. Y también respetamos todos los sistemas de creencias excepto aquellos que claman que son la única manera”.

Sobre la misma materia, la vida de las hermanas, pese a ser en comunidad, tampoco es igual a la de las religiosas: “Todas tenemos que hacer muchas cosas en este momento, porque la economía está mala. Hacemos la cocina, la limpieza, sacamos la basura, alimentamos a los animales, hacemos la medicina y trabajos de oficina. Todos tenemos nuestro propio horario. Sí nos sentamos a comer cada noche. Así que estamos juntas para nuestros alimentos y para nuestros servicios de la nueva luna y de la luna completa. Pero además de eso, hacemos lo que yo llamo la práctica de vivir solos-juntas. Eso significa que hay mucho tiempo para ser tu propia persona y no tienes gente encima tuyo”.

Monjas Cannábicas
Las Hermanas del Valle estarán en Chile en octubre. Foto: Cedida

“Todos los que vienen hablan de lo pacífico, armonioso y silencioso que es aquí. Es un buen lugar para ser espiritual y para meditar. Hemos logrado una buena atmósfera. Desde mi entendimiento, la vida monasterial es muy estricta y no muy individual. Aquí cada una es una individua, para ayudarla a formar un estilo de vida que la haga feliz. Si todos nos fuéramos a levantar y a orar juntos el primer día de la mañana, creo que no tendría ninguna de estas hermanas aquí ahora mismo”, suma.

Alejarse de sus familias y ganancias

Un punto fundamental en sus historias en como se tomaron sus familias la vida que eligieron. Contrario a lo que se puede llegar a pensar, en ambos casos, la historia terminó con sus padres aceptando la determinación de vivir como ‘monjas’. “Primero, mi madre pensó que me había vuelto loca. Mi hermano también. Pero luego ella entendió que estaba tratando de hacer algo bueno. Creo que con el tiempo mi familia llegó a un acuerdo con eso, pero todavía es difícil”, dice Kate.

El relato de Camilla es diferente: “Todavía era una niña, terminé mi maestría, estaba a punto de entrar en un programa de doctorado. Pero ellos lo respetaron. Sobre el cánnabis, a mi madre nunca le gustó. Es una mujer cristiana. Nunca le gustó el alcohol, los cigarros, nada. Pero con el tiempo ella me respetó a mi y mis decisiones”.

Pese a que continúan trabajando, las ganancias con su negocio han ido a la baja. “Vendemos alrededor de 350 mil dólares al año de esta planta, pero antes era cuatro veces eso. Antes de la pandemia lográbamos generar hasta 1.1 mil millones. Entonces tenemos menos que antes. Hemos pasado un largo viaje de corte de costos, consolidación y tratando de sobrevivir a estos tiempos muy difíciles”, relata la hermana Kate.

“Si nuestros productos se vendieran en los estantes sería muy bueno y nos salvaría, pero no tenemos. Entonces, nos sentimos como si hubiera un mercado en el que deberíamos estar y no lo estamos. Esperamos que cuando crezcamos en otros países, como Chile y Uruguay y otros países que están interesados en tener hermanas allí, poder tener nuestros productos crecidos y venderlos sin el bloqueo de Estados Unidos”, propone.

¿Qué hacen con dinero que generan? Según relatan, principalmente solventar los gastos que tienen como comunidad. “Tratamos de pagar para la propiedad y asegurar más viviendas para las hermanas. Ese es nuestro objetivo. Hemos conseguido asegurar propiedades, eso es algo bueno”, dicen.

COMPARTIR NOTA