Con su estreno programado para el 10 de abril, el escritor y director de cine, Andrés Nazarala, comparte en exclusiva con La Cuarta los detalles detrás de la creación de “Los Años Salvajes”, la importancia de la música y la lucha personal del protagonista en busca de su lugar en el mundo.
En el corazón de Valparaíso, un lugar donde el bohemio ambiente y el rock se encuentran, nace “Los Años Salvajes”, la nueva película del director y escritor Andrés Nazarala, que explora los dilemas de un rockero olvidado en su búsqueda de redención.
A través de la historia de Ricky Palace, un cantante de 65 años que sobrevive tocando en bares locales, la película invita a una reflexión sobre la vida, el paso del tiempo y la lucha por recuperar lo perdido.
La trama se centra en Ricky Palace, un ex rockero que, tras un error en un obituario local, decide enfrentarse a Tommy Wolf, una estrella internacional que se ha apropiado de una de sus canciones grabadas en su juventud.
Su búsqueda de justicia lo lleva desde el bullicio de Valparaíso hasta la calma del bosque, en un viaje emocional cargado de nostalgia, música y encuentros con su pasado.

En conversación con La Cuarta, Andrés Nazarala, nos cuenta que la elección de Valparaíso como escenario fue clave. “Yo nací y crecí en Valparaíso. Siempre me ha interesado el vínculo que la ciudad tiene con el rock, ya que fue la puerta de entrada del rock and roll en Chile, incluso en los años 50″, explica el director.
Según Nazarala, Valparaíso, con su carácter bohemio, fue la ciudad ideal para una historia de redención que explora los dilemas de un hombre que fue parte de esa historia y ahora vive sumido en la decadencia.
La ciudad no solo es un contexto, sino que también juega un papel simbólico en la película, reflejando el proceso de envejecimiento y olvido, un tema central en la historia de Ricky.
“Valparaíso vive un proceso parecido, tuvo tiempos mejores y ahora está olvidado. Los personajes, como Ricky, pasan por lo mismo: momentos de gloria seguidos por el abandono”, dice Nazarala.
La música: pieza clave para conectar con la emoción
Otro de los aspectos fundamentales de la película es la música. La banda sonora, compuesta por Sebastián Orellana, líder de la banda La Big Rabia, es esencial para capturar el tono nostálgico y melancólico que permea la historia.
“Cuando decidí hacer la película, supe que tenía que ser Sebastián quien compusiera la música. Me quedé fascinado con su estilo único y su capacidad para mezclar épocas y emociones”, confiesa Nazarala.
Sebastián Orellana crea con su música un ambiente que refleja no solo la nostalgia de Ricky Palace, sino también el paso del tiempo y las emociones crudas de los personajes.
La música original tiene una carga emocional significativa, con temas que acompañan a Ricky en su viaje de lucha y búsqueda de identidad. “Me interesaba que la música no solo acompañara la historia, sino que también le diera profundidad emocional”, agrega el director.
Un elenco excepcional que da vida a la historia
La película cuenta con un elenco destacado, encabezado por Daniel Antivilo en el papel de Ricky Palace.
Nazarala asegura que siempre pensó en Antivilo para este rol, pues su “autenticidad callejera” y su habilidad para interpretar personajes complejos lo hacían el actor ideal. Junto a él, el filme cuenta con otros grandes nombres como José Sosa, Nathalia Galgani y Alejandro Goic.
“Trabajar con ellos fue increíble. Cada uno aportó algo único, y la química entre Daniel Antivilo y José Sosa es muy real. Su complicidad en pantalla se ve y se siente”, comenta Nazarala sobre el trabajo con los actores.

La lucha de Ricky Palace: ¿redención o aceptación?
A través de la figura de Ricky Palace, Nazarala aborda temas universales como el paso del tiempo, la muerte y la lucha por la aceptación.
El director explica al diario pop que uno de sus mayores intereses era presentar a un personaje que, a pesar de haber tenido tiempos mejores, no se rinde ante las adversidades.
“Siempre me han atraído los personajes que resisten a sus tiempos, como en las películas de boxeo. Son aquellos que vivieron momentos gloriosos, pero ahora están en decadencia, intentando adaptarse a una nueva realidad”.
Aunque la película no busca caer en el melodrama, el director subraya la importancia de equilibrar la seriedad con toques de comedia, lo cual permite desarmar la dureza del tema central sin perder el tono emocional.
“Quería que la película fuera un equilibrio entre lo serio y lo lúdico, con una cierta artificialidad para dar espacio a la comicidad, como el personaje con la cara vendada”, explica.
Desde su estreno en el Festival Internacional de Cine de Valdivia, “Los Años Salvajes” ha recibido críticas positivas, destacando su capacidad para conectar con el público joven, a pesar de tocar temas como la vejez, la nostalgia y la muerte.
Nazarala espera que la película deje una reflexión profunda en los espectadores, más allá de un simple entretenimiento.
“Lo que más me interesa es que la película sea un viaje emocional. No está hecha con la idea de complacer a todo el mundo, sino que es una película hecha desde mi visión, y lo que espero es que la gente la disfrute”, comenta.
Con su mezcla de nostalgia, música y una trama que aborda el paso del tiempo y la lucha personal, “Los Años Salvajes” se presenta como una de las propuestas más interesantes del cine chileno, producción que llegará a salas nacionales el próximo 10 de abril.