El nuevo foco será utilizar la marca, que llegó a su peak a fines del siglo pasado, en el metaverso.
La compañía Infinite Reality compró Napster, que alguna vez fue el servicio de distribución de archivos de música que hizo tambalear a la industria, por $207 millones de dólares.
A grandes rasgos, sus planes apuntan a usar la marca para marketing en el metaverso, creando espacios 3D para conciertos y venta de merch.
Desde su auge en 1999 como plataforma de piratería, sus conflictos con bandas como Metallica hasta sus múltiples dueños, Napster ha pasado de manos en manos, sin recuperar nunca la relevancia que alcanzó a fines del siglo pasado.
En ese sentido, los nuevos dueños prometen “entornos locos” para artistas y fans, aunque esta apuesta por el metaverso parece llegar tarde a la fiesta, ya que las grandes compañías tecnológicas ahora están centradas en la inteligencia artificial.
Más aún, el metaverso ha causado grandes pérdidas económicas para sus principales impulsores, incluido el conglomerado Meta.
Napster irrumpió en la industria musical en 1999 como una plataforma pionera en el intercambio de archivos, permitiendo a millones de usuarios compartir y descargar música de forma gratuita. Su popularidad explotó rápidamente, pero también atrajo la atención de sellos discográficos y artistas como Metallica, quienes demandaron a la empresa por infracción de derechos de autor. Tras una serie de batallas legales, Napster cerró en 2001 y se declaró en bancarrota, marcando el fin de una era para la piratería digital.
Pero a pesar de su cierre, la marca Napster no desapareció. En 2002, la empresa Roxio adquirió sus activos y la relanzó como un servicio de música legal. Luego pasó por varias manos, incluyendo Best Buy en 2008 y Rhapsody en 2011, que intentó posicionarla como una alternativa a Spotify en Europa. Sin embargo, nunca logró recuperar su impacto original y quedó relegada en un mercado dominado por los servicios de streaming.
En 2022, un grupo de empresas blockchain compró Napster con la intención de incursionar en el mundo de los NFTs, pero el proyecto fracasó tal y como todo lo que involucró a esas tecnologías. ¿Pasará lo mismo con el nuevo foco en el metaverso? La apuesta segura apunta a que la respuesta debiese ser un sí rotundo.