Muchos creen que cuando los padres envejecen, los roles se revierten: los padres pasan a ser hijos y los hijos a ser padres. Pero esto no tiene por qué ser así.
A medida que crecemos y nos hacemos adultos, es común comenzar a tener roces con nuestros padres. En especial, porque ellos también están envejeciendo y los hijos no suelen estar preparados para afrontar los desafíos que conlleva este período.
“En algunos casos, los hijos pueden experimentar niveles importantes de estrés y sobrecarga al enfrentar las exigencias del envejecimiento de sus padres, especialmente cuando hay problemas de salud o limitaciones funcionales”, explicó la psicóloga Deusivania Falcão, académica de la Universidad de Sao Paulo a la BBC.
Y es que en las edades más avanzadas, los padres y madres suelen necesitar más ayuda: desde hacer las actividades del día a día hasta el apoyo económico.
Culturalmente, se suele creer que ayudar a los padres es “un comportamiento socialmente responsable frente al envejecimiento (...) En otras palabras, es un deber del hijo adulto ayudar o ser responsable de sus padres ancianos”.
El debate cobra aún más relevancia hoy, pues la cifra de adultos mayores va en un considerable aumento.
Así es cómo los expertos recomiendan sobrellevar la etapa del envejecimiento de los padres.
Cómo lidiar con los desafíos del envejecimiento de tus padres
Según los expertos consultados por la BBC, uno de los principales desafíos y motivos por las que padres e hijos se pelean, es porque los hijos comienzan a ver en sus padres a una persona frágil, enferma, con limitaciones y que necesita cuidados.
Entonces asumen el rol de protectores. Pero ahí se encuentran con una dicotomía: por un lado, no quieren perder su autonomía y les cuesta aceptarlo, pero por otro también quieren protegerlos y evitar que se expongan a riesgos.
La geriatra Fernanda Andrade también aseguró que “los hijos no suelen aceptar bien las decisiones de sus padres durante este período (de la vejez)”. Y es que, en consulta, suele escuchar que catalogan a los padres de “tercos” al no cumplir los pasos que los hijos quieren que sigan.
“Es angustiante ver el envejecimiento y, a menudo, la enfermedad de una persona a la que amas y no poder controlar nada de ello”.
En estos casos, hay que entender que en una edad avanzada, los padres pueden comenzar a sentir soledad, pérdida del sentido de la vida, tristeza por sus amigos o familiares fallecidos y miedo a la muerte.
Por eso, los padres mayores suelen insistir en no dejar de conducir, no querer ir al médico o renunciar a las actividades que antes hacían solos. Así, sienten que no han perdido su autonomía.
En esta línea, la psicóloga Falcão instó a los hijos a “fomentar la toma de decisiones de los padres siempre que sea posible y respetar sus elecciones contribuye a una relación más positiva”.
Y ya en los casos donde los adultos mayores necesitan cuidados más intensos, es importante no creer que los roles se van a revertir (padres pasan a ser hijos, y los hijos a ser padres). Al contrario, “cuidar a un padre anciano o a un niño pequeño son situaciones muy diferentes”, expuso Andrade.
Las personas mayores no deben ser vistas como alguien que está al borde de la muerte o enferma. Y cuando sea necesario apoyar durante una enfermedad, los hijos pueden ayudar, por ejemplo, incentivando a la persona a cuidarse de enfermedades crónicas, alentandolos a hacer ejercicio físico y mental y prestarle atención a posibles indicios de que algo no está bien en su bienestar emocional.
Además, los expertos sugieren “planear” el envejecimiento con tiempo: “Aquellos hijos que participan en discusiones sobre planificación anticipada, como atención médica y decisiones financieras, tienden a afrontar más eficazmente el envejecimiento de sus padres”, aseguró Falcão.