Muchas han sido las hipótesis que, durante más de un siglo, se han levantado sobre las pequeñas extremidades de este enorme depredador de Cretácico.
Cuando el paleontólogo estadounidense Barnum Brown descubrió los primeros fósiles de Tiranosaurio rex en 1900, creyó que los huesos de sus bracitos eran demasiado pequeños para un dinosaurio que podía fácilmente alcanzar los doce metros de largo.
Tras ello, su colega Henry Fairfield Osborn, quien finalmente cumplió con la misión de bautizar a la especie, planteó la hipótesis de que estas cortas extremidades habrían servido como una suerte de “abrazaderas pectorales” para los machos durante la cópula, similar a lo que ocurre con algunos tiburones o rayas.
Con el tiempo, han desfilado distintas ideas de por qué eran así los brazos del T-Rex, pasando por la emisión de señales sociales, apoyo para que el depredador se pusiera de pie o sujetar a sus presas. Incluso hay quienes han sugerido que estas pequeñas extremidades no tenían ninguna función.
Sin embargo, para el paleontólogo de la Universidad de California en Berkeley, Kevin Padian, todas estas hipótesis estarían equivocadas en sus cimientos, ya que surgirían de la pregunta incorrecta.
Desde otro ángulo
“En lugar de preguntar: ¿para qué evolucionaron los brazos cortos del T-Rex?”, dice él, “la pregunta debería ser: ¿Qué beneficios proporcionaban esos brazos tan pequeños a semejante animal?”.
Padian lleva más de veinte años impartiendo una seminario a estudiantes universitarios de primer año, llamado “La era de los dinosaurios”, donde una pregunta archi-repetida es:
—¿Por qué los brazos del Tyrannosaurus rex son tan ridículamente cortos?
Ante eso, Padian simplemente se ponía a enumerar la distintas hipótesis, sin mucha confianza en ninguna de ellas. Pero estas respuestas solo despertaban otras preguntas entre los alumnos, por lo que finalmente el paleontólogo simplemente se rendía con la incógnita:
—Nadie lo sabe.
Ahora, al abordar del problema desde otro ángulo, en un nuevo artículo publicado en la revista Acta Palaeontologia Polonica, con el título Why tyrannosaurid forelimbs were so short: An integrative hypothesis, el propio investigador plantea una nueva hipótesis sobre este depredador que vivió hasta hace unos 66 millones de años.
Un nuevo camino
Él plantea que, con el paso de las generaciones, los brazos del T-Rex se encogieron porque evitar la amputación accidental o intencional cuando un grupo de estos cazadores se encontraba alrededor de su comida, con su enormes cabeza y dientes.
“¿Qué pasaría si varios tiranosaurios adultos se abalanzaran sobre una presa?”, explica Padian. “Tienes un montón de cráneos enormes con mandíbulas y dientes increíblemente poderosos desgarrando y masticando carne y huesos justo a tu lado ¿Y qué pasa si tu congénere piensa que te estás acercando demasiado? Simplemente podrían advertirte de que te alejaras cortándote un brazo”.
De esta manera, la evolución habría favorecido a los ejemplares que tuvieran extremidades más pequeñas. “En este sentido, tener los brazos cortos podría ser una ventaja, ya que no los estas usando para la depredación y las heridas graves por mordedura pueden causar infecciones, hemorragias, el shock y finalmente la muerte”, expone.
Los antecesores de los tiranosaurios tenían brazos de mayor tamaño, por lo que debe existir un motivo para que estas extremidades disminuyeran su tamaño, de la misma manera que ocurrió con otras familias y géneros de terópodos como los abelisáuridos y carcarodontosáuridos, que fueron incluso más grandes que los T-Rex.
“Todas las hipótesis al respecto, o no se han probado, o se han descartado por su inverosimilitud”, comenta Padian. “Además, ninguna de ellas explica por qué los brazos disminuyeron de tamaño y en todos los casos las funciones propuestas para los brazos del Tyrannosaurus habrían sido mucho más efectivas si los brazos no lo hubieran sido más largos”.
Cómo comprobar
La nueva hipótesis aparece después de que se han descubierto yacimientos con fósiles que reúnen a varios individuos en un mismo lugar, lo que sugiere que eran animales más sociales de lo que se pensaba en el pasado: cazadores solitarios que necesitaban cientos de kilómetros de territorio para depredar.
Hoy, en cambio, se piensa que estos animales incluso podrían haber cazado en grupos. “Varios yacimientos descubiertos durante los últimos 20 años conservan tiranosaurios adultos y juveniles juntos, lo que pone sobre la mesa esta posibilidad”, advierte el paleontólogo.
“Los brazos son simplemente demasiado cortos”, dice Padian en el artículo, por lo que difícilmente estas extremidades las habría requerido para alguna actividad. “No pueden tocarse entre sí, no pueden alcanzar la boca y su movilidad es tan limitada que no pueden estirarse mucho, ni hacia adelante, ni hacia arriba”.
Si bien “tal vez no sea posible establecer una hipótesis final”, dice Padian, “quizá podría encontrarse una correlación si se revisaran los especímenes de museos de todo el mundo en busca de marcas de mordeduras”.
Lo bueno es que “las heridas por mordeduras tanto en el cráneo como en otras partes de su esqueleto están bien documentadas tanto en los tiranosaurios como en otros dinosaurios carnívoros”, adelanta. “Si se encontraran menos marcas de mordeduras en base la disminución progresiva de las extremidades de estos animales, estaríamos ante una señal de que la reducción de sus brazos se debió a esta razón”.