Qué es el Parto respetado o humanizado y por qué cada vez más madres lo prefieren

Créditos: @najashmusic

El concepto vino a cambiar un paradigma, dejando atrás la idea del embarazo como “una enfermedad” para poner a la madre y a su bebé en el centro del proceso. Una madre primeriza compartió su historia con La Cuarta, relatando lo que describe como una experiencia empoderante aunque dolorosa.

Francisca Haapala (32) es una artista chilena radicada desde hace tres años en Nueva York. Es bailarina y publica su música bajo el nombre de Najash. El pasado 10 de abril, luego de tres días en trabajo de parto, nació su primer hijo Onni y ella volvió a nacer como madre.

Junto a su esposo, Tavi Haapala (32), su doula (asistente), su matrona y su doctora, Fran vivió una experiencia inolvidable durante su parto. A pesar de las complicaciones, que la llevaron a terminar el proceso en un hospital, todos los deseos de Fran fueron considerados y cada decisión que se tomó en el camino contó con su aprobación. Fue, lo que se llama, un parto respetado o humanizado.

Lamentablemente, esta no es la norma para la mayor parte de las mujeres. Las historias de horror de partos traumáticos, en donde las madres son ignoradas e incluso violentadas, son más comunes de lo que deberían ser.

“Muy pocas mujeres vivieron un parto como ellas querían, se da por hecho que uno no tiene mucho poder ahí. Yo no creo en eso, quería hacerlo diferente. Y se puede”, dice Fran a La Cuarta.

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Un parto respetado o humanizado

Pero, ¿qué es el parto respetado?

En un artículo de la Universidad San Sebastián, la matrona y académica de Obstetricia del instituto, Esther Ayala, señala que “en un parto respetado debe primar el protagonismo de la gestante y su familia, aquí yace el punto clave y sobre ello se basa todo el acompañamiento por parte de los profesionales”.

Así, explica que este concepto hace referencia a los derechos de las madres, de los recién nacidos y de sus familias en el momento del nacimiento.

Y viene a cambiar un paradigma. Antes, el embarazo se consideraba como una enfermedad y se trataba como tal. Por lo que los equipos médicos tomaban decisiones unilaterales, en las que no se les consultaba a las madres.

Es por eso que este concepto busca que los nacimientos se desarrollen de la manera más natural posible, en un ambiente íntimo y acogedor.

“La idea es que la gestante esté acompañada en todo momento y tenga libertad de movimiento, musicoterapia y aromaterapia, intervenciones y procedimientos médicos sólo cuando sea necesario y terapias alternativas para el alivio del dolor. En definitiva, promover aspectos que generen esa sensación de bienestar y seguridad que se necesita para la generación de oxitocina en el parto”, detalla en el artículo Ayala.

Fueron estas razones las que llevaron a Fran y Tavi a dejar atrás el caos de Nueva York para asentarse por un año en Playa del Carmen, en México.

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En busca de un parto natural en casa

Después de enterarse que serían padres, y decidir que ya era el momento, la pareja comenzó a buscar lugares en donde Fran pudiese tener un parto natural en casa y respetado. Nueva York no era la ciudad más amigable para aquello.

“No es mi lenguaje. A cada control que iba no entendía completamente lo que me estaban explicando y me generaba mucha angustia”, explicó la artista.

Por otro lado, la despersonalización de los hospitales, junto con la pandemia, lo hicieron un lugar poco amable para Fran y Tavi para vivir el parto.

“Es una ciudad en la que hay tanta gente, en cada control que iba era una persona distinta, se olvidaban de mí”, recordó.

En la búsqueda de un lugar en donde pudieran tener un parto en el mar, llegaron hasta Salud Primal, un centro mexicano que se especializa en partos respetados y en casa.

“Les escribí y me respondieron al tiro. Hablé con la matrona en una video llamada y cuando escuché su voz dije, ‘ella es la que yo quiero para el parto’”, relató.

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Una experiencia empoderante pero dolorosa

El 7 de abril, Fran despertó con contracciones y comenzó todo el proceso que terminó tres días después con nacimiento de su hijo Onni.

“Pensé que iba a ser mucho más fácil, que lo iba a poder manejar y que sería más rápido. Soy bailarina, entonces dije ‘conozco mi cuerpo’, me sobreestimé un poco”, relata.

La posición del bebé no le permitió dilatarse completamente. Por lo que, con la ayuda de su matrona, que la acompañó durante todo el proceso, comenzó a realizar distintos ejercicios para estimular las contracciones. “Estuve dos horas haciendo como un crossfit de embarazadas”, bromea.

Sin embargo, después de dos largos días, Fran aún no estaba lista para el nacimiento. Durante el proceso, le explicó a su equipo que no quería que se dijera la palabra hospital, porque no quería que fuese una opción. Pero después de escuchar el plan de su matrona, que duraría un día más, su esposo Tavi intervino tras verla exhausta.

“Me vio con mucho dolor y habló con la matrona. Ella nos dio la opción de ir al hospital. Allí, me aplicaron la epidural en una dosis baja y Pitocin para estimular las contracciones”, relató.

Entonces comenzó nuevamente en trabajo de parto. El hospital contaba con una sala humanizada, en la que tenían una tina, cuerdas, pudieron poner música y bajaron las luces. Al igual que como estaba en su propio hogar.

Después de intentar sin éxito, decidió cambiar de posición. Pasó de estar acostada a estar haciendo sentadillas para que la gravedad la pudiera ayudar. Primero le dijeron que no estaban muy seguros de la idea, pero ella sabía lo que necesitaba. A pesar del miedo a que terminara en una cesárea, Onni nació en un parto natural.

“Al final, entre todos dándome mucho apoyo, lo logré y salió. Después cuando lo vi, dije ‘todo valió la pena’”, recuerda Fran.

“Siento que fue una experiencia empoderante. No fue para nada traumática. Pese a cualquier circunstancia, aunque hubiese sido una cesárea, creo que es el proceso es el que hace la diferencia de cómo tú te tienes después”, asegura.

Durante esos largos tres días, fue Fran quien tomó las riendas de su parto y la que tomó las decisiones. Pero sabe que no es una experiencia común.

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Violencia obstétrica

La primera Encuesta Nacional sobre la violencia obstétrica realizada por el Colectivo contra la violencia ginecológica, arrojó que un 67% de las encuestadas reportaron violencia en la atención ginecológica y un 80% de experiencias de violencia obstétrica.

Se denomina violencia obstétrica a cualquier conducta, por acción u omisión, del personal de salud que afecte el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres. Entre algunas prácticas se encuentran la inmovilización de la mujer, el no permitir acompañamiento, la falta de intimidad e información en el proceso, la inducción farmacológica sin indicación que lo justifique, entre otras.

Es por eso, que el parto respetado llega como una forma de luchar contra esta violencia que sufren las mujeres en un estado de gran vulnerabilidad.

Para Fran, el apoyo y la contención que recibió de su equipo fue clave. Una atención personal, en la que sus decisiones siempre estuvieron consideradas y también en la que los médicos tuvieron un rol observador.

“Yo pedí que la matrona no me realizara tactos innecesarios. Ella me dejó ir, solo cuando estaba a punto me tocó y se dio cuenta de que no estaba dilatada por completo. Lo considero de mucho respeto. Ella podría haberme dicho ‘déjame ver primero’, y haberme hecho sentir que no tengo ni idea de lo que le está pasando a mi cuerpo. Pero fue todo lo contrario, ella fue solo mirando, escuchando, viendo y asistiendo”, cuenta Fran.

También, agrega que el apoyo fue clave “porque yo sentía que uno entraba en un estado medio animal. Necesitaba ser vista, que me miraran, que me preguntaran si estaba bien, antes de que me vieran sufrir”.

El respeto y la contención que recibió hizo que este doloroso proceso fuera una experiencia que recordará con cariño.

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Un postparto tranquilo

Después de cinco días del nacimiento de su bebé, Fran se encuentra tranquila y feliz. Junto a su esposo, que también es un artista y productor de música, solo se han dedicado a enamorarse del pequeño Onni.

Un estudio español publicado en la revista científica Midwifery identificó que las mujeres que sufren violencia obstétrica verbal tienen más riesgo de desarrollar depresión postparto.

Fran aseguró que, si bien ha sentido mucho dolor físico, “después del parto me sentí súper fuerte, tengo una sensación de que puedo hacer cualquier cosa en la vida”.

También, ha recibido un acompañamiento de parte de su equipo, el que ha estado para ella en todo momento. Un pediatra que la visitó en su hogar, una matrona y una doula que la visitan y que se preocupan de saber cómo está ella. Cuentan con un grupo de Whatsapp en donde contestan todas sus dudas.

Para Tavi, el parto “fue una batalla en contra de los pensamientos negativos que intentaban tomar control”. Ambos practican el budismo, por lo que determinaron que sería un nacimiento victorioso y así lo fue. También, dice que la experiencia los hizo estar muy unidos y en sintonía con el cuerpo de Fran.

Y ahora, después de unos duros días, la pareja ya ha podido disfrutar de su pequeño bebé. En un ambiente armonioso, con una importante red de apoyo en todo momento.

“Me siento muy en paz, muy segura de mi bebé. Lo voy a poder cuidar, de todas maneras”, asegura Fran.

Y Tavi complementa, “si superamos esto, podemos superar cualquier cosa”.

Fran, Tavi y Onni. Créditos: @najashmusic

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