“La digitalidad ha sido la tónica de esta microescena, cuyo peak a nivel de notoriedad fue durante la pandemia, ninguna casualidad dado el impacto que tuvo en la salud mental de Chile”.
Lo más parecido que he visto en Chile a la escena grunge de Seattle es la microescena del emo de SoundCloud. Se trata de un circuito protagonizado por figuras atormentadas, donde las autolesiones, los pensamientos suicidas y las intoxicaciones farmacológicas de las que se acostumbra cantar muchas veces son cien por ciento reales.
Con apellidos como trap o digital usualmente acompañando su nombre, el emo merece un capítulo propio cuando se hable el día de mañana sobre underground urbano chileno. Será una crónica llena de melodías tristes, excesos, pequeños grandes himnos, sueños rotos, genios sin reconocimiento, cantantes añorables y depresiones varias.
Desde la pena más negra hasta el consuelo artificial, lo que el emo chileno escenifica con dramatismo es un repertorio de sensaciones que rondan por toda la sociedad y que impactan el doble en los jóvenes que navegan la vida sin un mapa. Son experiencias humanas del presente que manifiestan los síntomas de una enfermedad universal.
Entre las voces fundamentales de esta microescena está su pionero, Gremlin Shawty, un cantautor de Vallenar perteneciente al extinto colectivo que desbloqueó el sonido emo en Chile (Nee Woo Llah) y que lleva hasta hoy en solitario esa bandera, con títulos esenciales en su discografía como los dos volúmenes de “1k maneras de morir”.
Para hacerse una idea sobre su recorrido: Gremlin Shawty ya estaba activo en SoundCloud cuando Gianluca todavía era un joven anónimo. De hecho, sacaron música juntos. La jineta que se ganó por su trayectoria la ostenta, aunque fiel al estilo emo, en el título de su más reciente mixtape: “Aunque muera mañana seré eterno en internet”.
Resulta oportuno señalar que SoundCloud ha sido por excelencia la cuna del emo gracias a sus funciones de red social que propician la interacción entre artistas y a la rapidez con la que permite subir material sin filtros de por medio. De esta forma, la plataforma es el escenario ideal para los desahogos repentinos de artistas con el cora apretado.
La digitalidad ha sido la tónica de esta microescena, cuyo peak a nivel de notoriedad fue durante la pandemia, ninguna casualidad dado el impacto que tuvo en la salud mental de Chile. Lamentablemente, las limitaciones de aforo y movilidad de aquel entonces impidieron la realización de encuentros que fortalecieran las bases sociales del emo.
A falta de tocatas, la energía se volcó en un mini boom discográfico durante la primavera del 2020, con proyectos largos del mentado Gremlin Shawty, Err, Helabroke, Fntsme, Kitsune69 y Donttt. Este último, un productor y cantante de La Pincoya, firmó lo que sería una cumbre y un manifiesto del emo chileno: “Reparto penas como dealer”.
Tres años después, y pese a nunca tomar vuelo comercialmente, el emo persiste como un murmullo que se niega a ser silenciado. Su espíritu tiene herederos con sonido propio como la productora y cantante d3adgrl con sus regurgitaciones de la cultura musical de internet, o el reggaetonero alternativo Sakurashawty con su falsete thomyorkesco.
Nuevos lanzamientos de artistas como Baby Xan o Perezi mantienen vivo a un nicho que en Halloween celebrará su propia Navidad encontrándose en el festival Vydia, donde además de la visita de Gremlin Shawty tendrá lugar la reunión de Pxstm0rtem, el dúo ícono del ya histórico 2020. No, el impacto no fue masivo. Pero sí fue profundo, real y duradero.