Camila Gutiérrez, autora de “Reggaetón, religión”: “Los rockeros que tildan a otros de generación de cristal, son demasiado sensibles”

La escritora anteriormente conocida por “Joven y Alocada” lanzó un libro donde perfila a las y los principales artistas del reggaetón como santos seculares. Conversamos sobre la inspiración espiritual detrás del género, con un poco de “sociología chanta” y abordamos su polémica comparación de Jorge González con Pablo Chill-E.

El momento epifánico ocurrió el 11 de mayo del 2018 en el marco de la gira “La Nueva Religión” de Bad Bunny, en un show que ofreció en el Movistar Arena de Santiago de Chile. El concierto era el número 33 de esa gira y también la edad que tenía Jesús al morir en la cruz.

Tanto el número 11 como el 33 son en la numerología considerados números maestros.

En ese show estaba la escritora Camila Gutiérrez (Joven y Alocada, No te ama, Ni la música me consuela). “Durante varios momentos, Bad Bunny deslizaba esta idea de la nueva religión, en relación a la reivindicación de lo latino”, cuenta.

“Quedé pensando en esta idea y en cuáles serían los profetas o santos de esta nueva religión, porque por supuesto no parte con Bad Bunny, aunque él lo conceptualiza”, dice Gutiérrez vía Zoom desde Barcelona.

Dice que con esa idea armó la estructura del recientemente lanzado “Reggaetón Religión” donde en 216 páginas perfila a 13 artistas del género, entrecruzados con su propia historia + un epílogo extendido donde aborda el estado del arte actual en Chile.

¿Cuáles son los aspectos religiosos que ves en el reggaetón?

—Creo que es un género muy ligado a lo religioso, más que otros. Hay una cultura religiosa arraigada fundamentalmente en Puerto Rico, donde la población cristiana es muy grande y las infancias están ligadas a crecer en el evangelio, entonces hay algo en el discurso que tiene que ver con Dios aunque no se manifieste siempre en las letras.

Hay muchas historias de redención también.

—Claro, es que esa pregunta tiene 8 mil respuestas posibles, pero si, hay muchos artistas que vuelven a lo religioso, como Hector El Father, o el caso actualmente más emblemático de Daddy Yankee, pero mucho antes eso también lo hizo El General. Incluso algunos no latinos, como Rosalia, tienen una creencia en un Dios que los bendice y que tiene un plan para ellos, lo cual es comprensible. Si yo fuera Rosalía o Rauw Alejandro y me fuera así de increíble, también pensaría que Dios tiene un plan para mí.

¿Crees que eso ha sido en parte factor del éxito del género entre la juventud, que el vacío de figuras espirituales tradicionales ha sido reemplazada por las del reggaetón?

—No quiero caer en la sociología chanta, pero te podría decir que sí se siguen a estos modelos de santos seculares, y que tienen una relevancia que pudo antes tener la religión, pero eso pasa también en otros géneros. Tener cantantes enaltecidos no es algo propio del reggaetón, ¿O te refieres a que los cantantes tienen un discurso medio motivacional que puede asemejarse a la religión?

Si, en el sentido de que sus mensajes quizá no son religiosos, pero sí hay mucho principio espiritual como la perseverancia, el compromiso, o la fe incluso.

—Coincido, aunque me costaría mucho decir que el reggaetón ocupa el lugar de la religión. Hay un paralelo quizá, pero le tengo terror a las hipótesis con tanta certeza. Hay algo que no tiene que ver con lo religioso pero sí con los nuevos modelos, las nuevas éticas de los modelos que hay hoy de cantante urbano, no tienen nada que ver con el modelo rockero de antaño, autodestructivo, que era super celebrado, tipo poeta maldito. Eso era deseable o común, esa idea no está ahora. Por supuesto no estoy diciendo que entre los reggaetoneros no exista el consumo ni los comportamientos problemáticos pero el modelo que se propone es absolutamente distinto. Me parece interesante, porque se denosta a la generación actual de artistas, como que sus figuras fueran la peor inspiración, pero finalmente tienen una gran ética de trabajo y por lo general no se andan haciendo mierda entre concierto y concierto…¿Coincides?

Totalmente. Incluso aunque en la vertiente más de malianteo, haya en las narrativas, una ligazón con el narcotráfico o la delincuencia, rige por lo general también una ética muy estricta, respecto a los conceptos de familia y lealtad por ejemplo.

—Otra cosa es que de los rockeros de antes siempre se esperaban opiniones destempladas, eso dejó de ser deseable…

Hablando de eso, sobre la polémica que se generó porque dijiste que Pablo Chill-E se asemejaba a Jorge González, fue una provocación para crear debate o algo inesperado?

—Muy inesperado. Está cero en mi ánimo provocar, porque una sale muy trasquilada. A diferencia de mi juventud, que ahí tenía tolerancia a la destrucción en redes sociales, ahora la tengo cero. Aparte en el libro sale que la idea venía de otro lado Cuando uno de los creadores de La Junta me dijo esto de Jorge González me entusiasmó la idea. Sentí que había paralelos, pero me impresionó la lectura que se hizo, porque ni siquiera era necesario leer la entrevista completa para entender lo que dije, el titular era bien claro. Era una comparación, y en torno a un tema específico…¿Hay cachao cuando conviven dos cuestiones en una? Por un lado digo por qué qué dije esa güeá, para qué meterme en la pata de los caballos y por otro lado digo ¡pero igual tengo razón!

“Y si me voy por esa vertiente, me pongo más excesiva. Creo que se parece más a Jorge González en otras cosas incluso y ahí boicoteo mis ganas de quedarme en silencio. Pero la verdad es que no soy de ponerme provocadora porque si, por algo que no creo. Son cosas que creo y no porque quiera huevear a alguien o herir sensibilidades. Tiendo a pensar que la gente más ligada al rock, que son los por lo general se la pasan tratando de generación de cristal a los otros, tienen sus sensibilidades demasiado sensibles, valga la redundancia”.

También es una cosa de generaciones porque a Jorge González también lo criticaban un montón cuando era joven, mucho menos era una figura intocable o incomparable.

—Claro, y Jorge González siempre ha tendido a incorporar nuevos sonidos, siempre ha sido mucho más inquieto que quienes buscan clasificarlo en algo. No olvidar que cuando salió Corazones la gente decía que es esta güeá pop, me traicionó ya no es rockero ahora hace pop amoroso. También la gente se escandalizó, es algo que pasa con la música. Ayer viendo el Tiny Desk de Ca7riel y Paco Amoroso después me quedé pegada viendo los comentarios para hacerme daño, y algunos ponían que esta mierda y por otro lado había gente que los defendía diciendo oye Ca7riel canta super bien Spinetta y yo pensaba ¿Por qué esa tiene que ser su defensa? En el reggaetón la gente honra a sus maestros, pero no creo que se tengan que validar con eso.

CAMILA GUTIERREZ

Como lo que pasó cuando Kidd Voodoo homenajeó a Los Bunkers y terminó cantando con ellos.

—Claro, y la gente decía bueno pero si canta tan bien ¿para qué hace esa música? Y ahí es como chuucha…

Contaste que empezaste a escuchar reggaetón sola en tu pieza con audífonos, y no en fiestas, de manera colectiva. ¿Cómo influyó eso en tu gusto por esa música?

—Es mi vínculo con la música en general y es la razón por la que escucho música en español. Me gusta fijarme en las letras. Creo que fue positivo porque me he podido fascinar por el castellano que propone el reggaetón. Es algo muy local, los puertorriqueños, colombianos o chilenos no han transado con sus lenguajes locales, o jergas. En Chile estoy segura que el predominio de decir “bebé” viene del reggaetón y así con una serie de palabras. Me sirvió también para sacarlo de la idea de la ordinariez. Obvio que a veces es ordinario, otras es divertido. Pero la mayoría de las veces es muy ingenioso, hay una chispeza en el lenguaje.

¿Y ahora desde lejos, viviendo en España, ha cambiado tu perspectiva del género?

—Llevo demasiado poco acá como para tener esa distancia. Pero sí acá he ido a varios conciertos: Arcángel, R.K.M & Ken-Y, J Álvarez y una fiesta donde tocó DJ Playero. Me impresiona, en relación a Latinoamérica, que aquí bailan reggaetón de una forma muy parca. No existe la idea de perrear y darlo todo hasta abajo, es otro rollo corporal. Y yo bailo pésimo, pero creo que el reggaeton ofrece la libertad de que aunque lo hagas mal, lo puedes hacer igual. Tiene más que ver con el entusiasmo.

¿Cuál es a tu juicio el o los sellos de los distintos géneros dentro del reggaetón chileno?

—Además de una influencia muy marcada del primer reggaeton de Puerto Rico, diría que lo principal es que está hecho por gente muy joven, creo que son los más jóvenes metidos en el género de todos los países. Jere Klein se hizo conocido con 16 años. Floymenor no tenía 18 aún cuando sacó Gata Only. Lo otro es que son muy panas entre todos, uno tiene un show en el Movistar y van todos. Ceaese me decía que eso lo encontraba bacán de esta generación, que son muy aclanados. No se ve mucho esto de las tiraderas tampoco. Bueno y que la mayoría son hombres.

¿Y qué opinas del neoperreo?

—Lo encuentro importante en la línea temporal de lo que ha forjado el reggaetón chileno actual. Aunque ya lo había hecho Ivy Queen, esa presencia de mujeres en el reggaetón no era generalizada. No existían Karol G ni Young Miko o Anitta. No había tantas mujeres en la industria, apareciendo como mujeres que desean y que son amas. Fue una innovación muy grande, además de ser ese reggaetón de los raros, como decía Tomasa (del Real). Hay un componente también de que muchos empezaron haciendo música en plena pandemia, solos en su pieza. Cuando en 800 años más cuenten que la música que apareció post pandemia fue Marcianeke nadie lo va poder creer, no tendría mucho sentido. Es interesante.

¿Cuáles son tus artistas favoritos de reggaetón chileno?

—¿De Chile nada más?

De Chile nada más

—Es que te estás enfocando mucho en Chile y el libro no es tanto de eso.

camila gutierrez

Eso me sorprendió, la verdad

—Es parte del tema obviamente, pero mi plan era hacer un libro de la época de cuando empecé a escuchar reggaetón. Por una cosa de edad, tengo 38 años, no empecé recién, sino cuando el mundo se dividía entre Don Omar y Daddy Yankee. Quería recuperar un poco eso, de la memoria del corazón que uno tiene.

¿Pero cuál artista de Chile te gusta más?

—Jere Klein me gusta mucho, me pone de buen humor su voz. También me gusta mucho Pablo Chill-E, tanto en su faceta trap como de reggaeton, en realidad le tengo mucha fe en cualquier faceta. El disco nuevo de Akriila me gusta mucho. Creo que Loyaltty es para ponerle atención. Cris MJ por supuesto me gusta, pero Jere Klein y Pablo Chill-E son los que más escucho.

¿Qué te parece el estilo más tierno, de los 4 fantásticos o Gino Mella, los denominados carros, a qué crees que responde?

—Me gusta esa variable emo, no es solo chilena eso sí, creo que Bad bunny fundó una nueva tristeza en el reggaeton, lo digo en el libro. Pero en el caso chileno específico, casándome con la teoría, hay una vertiente de ejecución hasta el suelo y pasarlo la raja, y la otra es la ejecución hasta el suelo pero de caña. Polimá creo que se sitúa en las dos, Ultra Solo es muy chilena, exuda esa tristeza radical, y caña… Me estás llevando a ser una socióloga chanta, como Fernando Villegas de la hueá.

Pero si es un libro sobre reggaeton, hay que teorizar

—Es una tristeza chilena, que tuvo no sé si un hito fundacional, pero que apareció el 2017 con Gianluca, que aunque no es reggaeton, habla de una tristeza que no viene de un corazón roto, sino que viene de otro lado. No es una tristeza circunstancial, es existencial. Creo que el gran triunfo de Bad Bunny está en proponer una tristeza que no existía antes, y la tristeza chilena está alineada con eso.

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