En abril del 2022, el rapero acababa de sufrir una ruptura amorosa y, mientras iba con la cabeza llena de pensamientos en un avión, se puso a “liriquear”: esa fue la génesis de “No te tengo aquí”, que se para parte de Mal de Amore. Si bien es un mini-álbum donde predomina el trap, quiso darle una vuelta y le metió cueca: “Había varias búsquedas y emociones que se estaban cocinando”, declara el MC, que también había de lo será su 2023 en las batallas de gallos: intentará dosificar.
Martín “Acertijo” García estaba desanimado. En abril del 2022, el rapero iba en un avión con destino a Colombia para enfrentarse en la internacional de God Level, sin embargo, él no estaba bien: “Mi mente y mi cuerpo estaban concentrados en la competencia, pero mi corazón estaba en otro lado”. Y es que hace poco había sufrido una “ruptura amorosa”, cuenta a La Cuarta.
Bajoneado y todo, el músico de 28 años se encontraba en plena “búsqueda estética”, asegura. Había descargado una playlist de cueca brava; quería incursionar en ese género. “Es el siguiente paso”, pensó. Así que se puso a escuchar algunos temas del grupo Aparcoa, que eran más bien instrumentales, con largas introducciones.
Así que, mientras volaba, se entusiasmó. “Me puse a liriquear, a hacer líricas, encima, por la esencia mía, que vengo del freestyle”, cuenta el campeón nacional en la Red Bull Batalla (2020). “No sabía mucho de cueca”, pero “ahora estoy entendiendo más: que tiene algunas normas, que se canta de a cuatro voces y que va una después de la otra por una cantidad de tiempo”.
Casi sin darse cuenta, “la letra me salió muy seguida, estaba con la emoción a flor de piel”, asegura. “Me salió de la primera a la última línea de la canción casi entera”. Luego reflexiona:
—Es curioso, porque muchos artistas se inspiran en los aviones, como no tienes internet y estás inmovilizado, tienes que ocupar sólo tu cabeza. Ahí se dispara la imaginación.
—Fue un desahogo…
—Sí po’, evidentemente. Creo que son terapias súper sanadoras a través del arte; sacar lo bueno de lo malo, expresar material y estéticamente un sentimiento que, sino, lo tienes ahí guardado nomás, y eso se acumula. Me sirvió.
La canción se titula “No te tengo aquí”, que es parte de un EP, un mini-álbum que se titula Mal de amore, y que el artista piensa lanzar entre junio y julio. Son cinco temitas que se adentran en el trap, pero, en particular esta balada, le entra con fuerza a los sonidos cuequeros.
—¿Cómo aparecen estos ritmos de cueca?
—Estábamos en las sesiones de producción, yo estaba trabajando con un productor que se llamaba Siene. Le planteé que mi intención era hacer un proyecto urbano, pero que tuviese harta musicalidad y agarrara protagonismo la guitarra. Empecé a hablarle de proyectos musicales que reivindican el folclor de sus tierras, como C.Tangana en España, Natanael Cano en México y Trueno en Argentina.
—¿Y por qué la cueca en particular?
—Me parece que es el folclor más universal y lo tenemos súper presente. Lo enseñan en el colegio, mi mamá bailaba cueca cuando era joven y es el baile nacional. Y la cueca brava me llamaba, aunque antes no le había puesto tanta atención: es prácticamente la misma razón por la que le decimos ‘urbana’ a la música urbana; hablamos de la baja ciudad, de lo que pasa en las calles; en ese tiempo, en los conventillos, en Matadero Franklin, en Barrio Yungay, en Estación Central. Y resulta que yo soy de allá, entonces se relaciona todo un poco.
La raíz
Nació en Chillán, vivió su infancia en Concepción y a los 18 años se vino a Santiago, específicamente al Barrio Yungay. “Viví varios años en un cité en Agustinas”, recuerda. “Eran mis barrios”, dice sobre este sector “es súper fuerte culturalmente, o sea, los grafitis, hay harto rap, inmigración, bares y actividad política”. Más adelante, ya con 23, se fue a la Villa Portales, en Estación Central, “que también tiene mucha carga cultural y social”, plantea. “Ahí eché raíces bien fuertes en Santiago, no soy alguien que se siente de afuera”.
—Me pasaba que sabía que la cueca se hacía en esos barrios, por ejemplo, en la Plaza Brasil, que es grande, hay juntas de freestyle y de cueca —cuenta—. Unos y otros estaban en cada rincón, sólo faltaba un diálogo.
Acertijo quiso que ese diálogo se hiciera carne, al menos en su música.
Junto a su productor, se pusieron en contacto con músicos de cueca para que colaboraran. El freestyler se fue adentrando en ese mundo. “Había varias búsquedas y emociones que se estaban cocinando, y esta canción es como la guinda del álbum, la que llegó más a esa búsqueda folk”, destaca. “Las otras canciones también lo tienen, pero son más trap”.
—Es curioso decirlo, porque, en este contexto, las que son más trap son más “tradicionales” que la que es cueca —plantea—: lo tradicional es el trap y lo rupturista es la cueca. Es como al revés de lo que pasa en la realidad.
—¿Qué pistas puedes dar de Mal de amore?
—Está listo, estamos viendo detalles de un videoclip, pero ya está más o menos listo el arte y las canciones están masterizadas. Ya estoy trabajando para lo siguiente. Pero este va a haber más trap, sonido más urbano y también flok, y la canción que viene ahora estará muy movida, y con un feat importante, y haciendo honor a otro artista antiguo de la música chilena, que todavía está vivo. Seguiré con esos guiños a lo local. Esa es la propuesta y hacia donde prefiero encaminarme.
—¿Cómo ha sido esta incursión sacando canciones?
—He sacado un par de sencillos sueltos y saqué un EP. Ha sido un in crescendo. Cada vez vas aprendiendo más. Por ejemplo, ese primer EP que saqué fueron más bien maquetas producidas que un proceso en que realmente hubieran equipos de trabajo como ahora, en que una persona se encarga de la mezcla, otra del máster y hay un guitarrista. Ha sido bacán. Al final, uno compite consigo mismo y, en mi caso, a veces me presiono mucho, porque siento que voy perdiendo mi competición. En el freestyle podría decir que ya tengo ciertos peldaños consolidados entre los mejores competidores de Chile; y en la música soy muy emergente y pequeño. Y tengo que convivir con eso. En el freestyle a veces estoy en un mundial frente a 7 mil personas; y aquí no, empezando, con los primeros showcitos en bares. Quiero telonear a algún artista. Es muy de a poco, pero mientras tenga eso claro, y haya un trabajo constante, se pueden lograr cosas bacanes.
—¿Y qué se te viene en el freestyle?
—Este año me voy a centrar netamente en la liga FMS, porque es la única que me falta por ganar. Voy a concentrar toda mi energía para no diversificarla o sobrecargarme. Y si sale una God Level, estoy disponible para algunas internacionales. Pero en Red Bull y la DEM (Battles) no voy a participar, porque ya las gané. Prefiero pasar a lo siguiente.
—¿Cuáles son tus metas para este año?
—Este año, ganar la FMS... Bajo el objetivo —comenta con sarcasmo sobre su alta ambición—. Como ya salí segundo, sólo me falta el primero. Y en la música sacar, ojalá, uno o dos EPs, cosa de estar en el verano ya de gira en ciudades. Hay que empujar: están todas las herramientas y las ganas. Son metas súper logrables.
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