El flaite radical y la “monicatización” del mainstream urbano chileno

"Los números indican que la estética flaite no solo triunfa, sino que también se ha ido radicalizando con gran éxito".
"Los números indican que la estética flaite no solo triunfa, sino que también se ha ido radicalizando con gran éxito".

“Se trata de artistas que hoy copan las listas de popularidad con canciones que narran aventuras bandoleras dignas del GTA”.

Hagamos memoria. Cuando Pablo Chill-E apareció, el calibre de sus letras era hardcore para los parámetros de la música popular chilena en aquel momento. Miles de personas escandalizadas pusieron el grito en el cielo por su forma de plasmar la realidad.

Pero al rato llegó Marcianeke, mucho más explícito. Sus letras desprovistas de metáforas hacían ver a Pablo Chill-E como lo que siempre fue: un poeta popular. Al mismo tiempo, esa literalidad brutal convirtió al talquino en el nuevo cantante a demonizar.

Marcianeke durante su peak era el mismísimo Satanás para la sociedad bienpensante, hasta que El Jordan 23 irrumpió con su voz gutural y un mensaje todavía más agresivo. “Dímelo Ma” era una ronda infantil al lado de “Anti Rana”, lanzada poco menos de un año después.

Ahora al antes temido Marcianeke le dicen “Mati” y las señoras lo aplauden en Viña. De igual forma, El Jordan 23 ha sido rápidamente asimilado por el medio chilensis y su historia de vida ya es canon luego de protagonizar el episodio más conmovedor de LaJunta.

Después de ellos viene la actual generación. Se trata de artistas que hoy copan las listas de popularidad con canciones que narran aventuras bandoleras dignas del GTA: Jere Klein, Il Nene de Oro, Floyymenor, Piero 47 y Drakomafia, entre otros atletas del malianteo.

Mirando esta línea de tiempo, salta a la vista que el calibre de las letras ha ido subiendo. El juego de pegarse desde la calle se está pareciendo a la saga de Rápidos y Furiosos: cada estreno tiene la obligación de superar la absurda espectacularidad de la movie anterior.

Por ejemplo, si Pablo Chill-E en sus primeros días insinuaba conexiones en la trampa, IL Nene de Oro simplemente las publica en la épica intro de su EP “Rich or dead”, llena de audios de sus panas más malditos a modo de voucher de su credibilidad en el bajo mundo.

La tolerancia y el gusto por lo explícito van en aumento. A juzgar por los streams, mientras más tarantinesca la violencia, más porno el sexo y más pesado el cargamento de droga del que se canta, mejor lucen las chances de aceptación de un producto musical chileno.

Los números indican que la estética flaite no solo triunfa, sino que también se ha ido radicalizando con gran éxito. Y como hay cada vez más público hambriento de malianteo extremo, ahora los rankings parecen una competencia de quién es el más monicate.

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