“El rapero baltiloko es el nuevo viejo rockero, solo que en vez de Deep Purple y Led Zeppelin, escucha a los Cypress y a los Wu Tang”.
El rapero baltiloko ama el boombap y los clásicos del hip hop, el discurso consciente y la ropa ancha, el virtuosismo en la escritura de las letras y la rapidez en el delivery.
¡Eso sí que es rap!
El rapero baltiloko odia el trap y el reggaetón, el discurso materialista y la ropa de las marcas de lujo, las letras con rimas que repiten palabras y los flows derretidos en jarabe.
¡Esa weá no es rap!
El rapero baltiloko se enoja si le dicen que el trap también es rap.
¿Cómo va a ser rap si puro habla de plata, de droga y de culiar? ¿Cómo va a ser rap si tiene Auto-Tune? ¿Cómo va a ser rap si se pintan las uñas?
El rapero baltiloko nunca perrea. La moda del reggaetón chileno ha sido un evento canónico en su vida. Jamás imaginó algo tan terrible.
¡Esa música culiá flaite es lo peor que pudo haber pasado!
El rapero baltiloko siente nostalgia por los tiempos de antes. Cuando la música era menos artificial. Cuando en todos lados había un ejército de raperos. Cuando las tocatas se llenaban siempre.
El rapero baltiloko en el fondo se echa de menos a sí mismo. Extraña tener tiempo libre, y las tardes de pito y chela hablando de rap con amigos que creyó que estarían ahí para siempre.
El rapero baltiloko anda con la pera. Sabe que la juventud se le va de las manos, pero le aterra ser adulto. Y su miedo es tan grande que busca refugios en el pasado para volver a sentirse seguro.
El rapero baltiloko olvida que sus mayores también ninguneaban su cultura y hasta negaban que el rap fuera música. Ya no recuerda que en las calles lo miraban feo por sus gustos y su aspecto.
El rapero baltiloko tampoco cacha en qué momento los roles se invirtieron. Los años lo transformaron sin querer en el nuevo viejo rockero. Es igualito, solo que en vez de Dipeiper escucha a los Wutan.
El rapero baltiloko es el nuevo viejo rockero, solo que en vez de Deep Purple y Led Zeppelin, escucha a los Cypress y a los Wu Tang.
El rapero baltiloko mira al reggaetón y al trap como un padre avergonzado que juzga a sus hijos sin apreciar su valor. No es capaz de verlo porque no es capaz de ver el propio.