En el nombre del padre

Akriila.
Akriila.

“‘Carta a mi papá’ surge desde un vacío conocido por muchos de nosotros. Ficcionado o no, el padre que describe Akriila es un personaje sumamente real. ¡Hay tantas familias donde el viejo es así! El clásico papá chilensis que está sin estar”

Yo tampoco puedo dejar de pensar en ‘Carta a mi papá’, la canción final de “Epistolares”, el disco debut de Akriila. Sobre todo en esa parte que dice: “Quiero que te sientas mal / por todas las veces que tú no has llegado / me duele que no heredé más / que tu apellido y un teclado”. Uf. La última vez que un tema con guitarra y bombo me estremeció tanto fue para la época en que Gepe tenía tanto hype como Akri ahora.

En un disco hipertexturado como “Epistolares”, con canciones repletas de capas y detalles, nada destaca tanto como el momento en que la sobreproducción abandona el chat, Akriila baja la guardia y ‘Carta a mi papá’ hace su entrada para cerrar el álbum en una nota demoledora. Se trata del único tema del disco que permite escucharla al rojo vivo: sin blindaje, a corazón abierto y dejando caer todas sus defensas.

‘Carta a mi papá’ surge desde un vacío conocido por muchos de nosotros. Ficcionado o no, el padre que describe Akriila es un personaje sumamente real. ¡Hay tantas familias donde el viejo es así! El clásico papá chilensis que está sin estar. Aunque lo tengas al frente tuyo, igual sientes que una distancia irremontable de años luz te separa de él. Básicamente, la figura masculina clásica en millones de hogares.

En términos generales, los hombres chilenos no se caracterizan por ser buenos padres. La ausencia paterna en todas sus dimensiones siempre ha sido una constante. Lo dice desde un Premio Nacional de Historia como Gabriel Salazar, en su libro “Ser niño huacho en la historia de Chile”, hasta las cifras del Registro Nacional de Deudores de Pensiones de Alimentos, donde hay más de 150 mil papitos corazón.

También lo dice esta generación de artistas, en su mayoría jóvenes con la experiencia de ser hijos fresca en la memoria y con mucho que decir al respecto. Uno de los más influyentes de esta camada, Saint Cattiveria, acaba de sacar un disco titulado “Jaramillo” en honor a su apellido materno, un título que insinúa su historia como hijo de un cantante de boleros que nunca se hizo responsable de cuidarlo.

Catti es uno entre varios. En una entrevista con el streamer Mario Enrique Show cuando aún vivía en Estados Unidos, Julianno Sosa cuenta que el origen de su nombre artístico está ligado al abandono. Según Juli, ponerle nombre (César) fue lo único que hizo su padre antes de desaparecer del mapa. Elegir otra identidad fue una reparación simbólica: “No le quería dar el privilegio de nombrarme porque no lo merece”.

Al contrario de las mamás, cuyo rol suele ser heroico y está cargado de épica luchadora, los papás son antagonistas en la mayoría de las narrativas urbanas. Los que no se esfumaron son descritos como incomprensivos y castradores. Desde Sinaka en el under hasta Standly en el mainstream, abundan los artistas con letras que retratan a los padres como un obstáculo que se interpone entre los hijos y la posibilidad de ser felices.

Puede que los cantantes chilenos actuales no sean tan discursivos como los de generaciones anteriores, más dados a elaborar crítica social explícita desde veredas como el rap o el rock, pero la música que emerge desde la juventud sigue conteniendo pistas sobre los dolores que afligen al país. Lo que hablan desde su papel como hijos refleja la sensación de desamparo con la que a muchos nos tocó crecer en esta tierra de malos padres.

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