Se quedó con la corona de la última regional de RedBull Batalla estando lejos de ser una figura típica en el panorama del freestyle chileno. Ahora va por más.
“Hasta yo me sorprendí de haber salido campeón porque ese día venía de la clínica”, comenta Facuskill, el nuevo jerarca de la zona centro tras la final santiaguina de Batalla, donde aseguró su cupo a la Nacional del 6 de noviembre.
Pero cabe aclarar que Facuskill no venía de una clínica porque estuviera enfermo, sino porque estudia medicina y le tocaba ese ramo.
Tal cual: la rutina de este actual campeón de freestyle y futuro doctor se divide entre la Universidad Católica y la improvisación.
—¿Cómo haces el malabar entre los estudios y las batallas?
—Son mundos distintos y que cada vez se han vuelto más demandantes. Mientras más subo en el freestyle y mientras más avanzo en mi carrera, las dos cosas se van agudizando. Por ahora he podido hacerlo, espero que los próximos años también sea así
—¿Algo del free que te haya servido en la medicina? O viceversa.
—El freestyle me ha dado mucha capacidad de atención y de darle una vuelta de tuerca a todo lo que veo, eso me ha servido para la universidad. Yo estudio harto, no solamente sentado leyendo libros, sino investigando, conversando con gente, ese es más mi estudio, así adquiero mucho conocimiento que después puedo ocupar en batallas. Las dos cosas se retroalimentan entre sí.
—¿Muchos prejuicios por tu origen? En las batallas siempre te atacan con eso.
—No, la verdad es que tampoco tanto. Es que no es que sea de un origen tan distinto, simplemente soy un poco más acomodado que otros y me dedico al estudio, pero tampoco es que vengamos de mundos tan opuestos. Se usa de argumento en las batallas, pero es algo más ficticio, no se trata de que no me quieran. Las únicas veces que me han insultado por el tema de las clases sociales han sido cuando algún hater se enoja, no la gente del parque.
—¿Entonces todo bien con tus pares?
—Todo el rato.
—¿Qué tan difícil es entrar en el circuito del free? ¿Se da la mano para cualquiera que le ponga empeño o se requiere algo más?
—Entrar a la piscina es fácil, pero hay una diferencia entre saber flotar, saber nadar y competir en natación. Rapear y hacer freestyle con los amigos en una fiesta, es una cosa. Atreverse a batallar es otra muy distinta, requiere habilidades emocionales y no solo lingüísticas. Y dedicarse a la competencia, perseguir los eventos más importantes, ese ya es otro terreno.
—Tu fuerte al competir es que respondes absolutamente todo al instante. ¿Cómo desarrollaste esa habilidad?
—Eso es práctica. Yo siempre he tenido ingenio y chispa para responder y dar vuelta las cosas, desde que empecé, pero ya lo más profesional como contestar todo en el minuto de respuesta, no trabarme, mantener la calma (algo que me cuesta mucho porque soy muy emocional, muy expresivo y todo me lo vivo), todas esas cosas son cosas que se ganan con el tiempo. Mientras más batallo, más puedo responder, entonces uno se hace una mnemotecnia para poder responder: te acuerdas de una palabra clave, del elemento principal. A mí me pueden decir cualquier cosa y ya estoy pensando en cómo usarlo para atacar. Me puedes decir “solapa” y te voy a hacer seis rimas con eso.
—¿Cómo ves el panorama del freestyle chileno? La última gran conversación dentro de la escena tenía que ver con su crisis e incluso su posible muerte.
—Yo no lo veo así, todo lo contrario. Lo único que ha caído son las visitas, y creo que eso se debe a que las batallas ya no son tan novedosas y no están en su boom. Pero de que están en cada momento mejores y el nivel es cada vez más alto, sin duda.
—¿Qué le falta al freestyle chileno para tener un campeón mundial?
—Al freestyle chileno le falta objetividad. Se guía mucho por las sensaciones, pero no es tan deportivo y no tiene para competir con gente como Chuty o Skone que son deportistas de alto rendimiento. En general los raperos chilenos son muy buenos y apasionados, pero no tienen el elemento disciplinario que tienen otros países. También lo he analizado pensando cómo voy a destacar y digo “bueno, yo voy a tratar de ser lo más parecido a un deportista de alto rendimiento, no descuidar nada, mejorar cada cosa”. Hay varios freestylers que están con esa postura en Chile, como por ejemplo Acertijo.
—Por lo que decías recién sobre ti, el reto está en ganarle a la emoción.
—Sí. Yo soy muy emotivo, todo me hace reír, me hace llorar, me enojo. Eso igual me afecta en las batallas, porque me muestro mucho.
—En YouTube hay batallas donde te pasa.
—Es que en las callejeras siento mucha más presión. Los escenarios me cuestan menos. En la RedBull estaba disfrutando, no estaba presionado. Eso tiene mucho que ver con los días. Hay días en que uno anda más lúcido que otros, y para mí esos días lúcidos justo eran los menos importantes. Un evento que no grabaron, una batalla de poca trascendencia, un día que nos juntamos a entrenar con Acertijo y Anubis y yo les gano a cada uno diez veces… y bueno, ese día no era el que tenía que estar así. También me pasó que justo para la DEM, o para la anterior Nacional que perdí con Nait, no estuve a mi cien por ciento cuando debía. Ahora para la regional de Santiago justo se dio que estaba enfocado el día que tenía que estarlo. Espero seguir en esa línea de enfocarme los días que importan.
—Ojalá el 6 de noviembre sea uno de esos días.
—Sí, yo sé que sí. Va a ser distinto al año pasado.