Figura en ascenso: le gustaba hacer canciones en su pieza

Figura en ascenso: le gustaba hacer canciones en su pieza.

“Desde afuera, lo único que se ve es la prometedora carrera de una figura en ascenso. Nadie sabe nada sobre la sensación de pérdida que experimenta en los pocos momentos que tiene para estar solo y pensar”.

Le gustaba hacer canciones en su pieza. Buscar sonidos, crear pistas, escribir letras, grabar voces, autoproducirse. Había una aventura detrás de cada uno de los temas subidos a su cuenta de SoundCloud.

Su música no sonaba como la del resto. Era una expresión más original, hecha con espontaneidad y sin plantillas. En aquel entonces, resultaba imposible encasillar su estilo tan único en una sola palabra.

Había riesgo y excentricidad en sus ideas. Algo de locura y misterio espolvoreados por ahí también. Las canciones que hacía conectaban con personas de su misma tribu, creativas y sensibles al arte.

La primera ola de aplausos fue piola. Gente cercana, amigos de amigos, todo dentro del marco de lo esperable. El remezón vino con la segunda. Ahí ya no se podía rastrear de dónde venía el refuerzo positivo: de verdad eran desconocidos.

El apetito se le abrió. Hasta aquel momento, nunca había pensado seriamente en dedicarse a la música. Transformar su pasatiempo favorito en un oficio era una idea demasiado tentadora para resistirse.

Recibir elogios por sus canciones le parecía muy bonito y alentador, pero su corazón siempre intuyó que era talentoso, así que no fue una sorpresa absoluta. La verdadera droga fue la aprobación social.

El tiempo que solía pasar encerrado musiqueando era proporcional a su sensación de ser un bicho raro solitario, pero el hype le trajo amigos nuevos y hasta un primer grupo de fans. Esa experiencia lo cambió.

Cuando hizo un tema montándose en el ritmo de moda, sus números subieron. Engolosinado, decidió repetir la fórmula, pero apostando más fuerte. En vez de hacer otro tema, haría un disco completo así.

Comercialmente hablando, la jugada fue un éxito. Más gente comenzó a orbitar en torno suyo, creció la fanbase, aumentó el hype. Profesionalizar su carrera dejó de ser un sueño y se volvió su agenda.

Llegaron los contratos, el manager bien contactado, los FT estratégicos con artistas más famosos, las apariciones en eventos grandes, la ropa más cara, las notas en prensa, los fanclubs haciéndole memes.

Ocupado a toda hora del día, empezó a tercerizar las instrumentales. Entre ensayos, reuniones y compromisos varios, dejó de tener tiempo disponible para ser su propio beatmaker y productor.

Con el tiempo, empezó a sonar cada vez más parecido al resto. Pero a sus nuevos oyentes, que ya no eran tan creativos ni sensibles al arte, les encantaba. A ninguno de ellos les hubiese gustado su música anterior.

Los números siguieron subiendo. Cada vez más gente escuchaba esta versión suya, totalmente adaptada a las necesidades del mercado discográfico en cuanto a sonido, imagen y propuesta en general.

Sus primeros fans se alegraron por su éxito. Tanto que ninguno quiso ser el primero en admitir que las nuevas canciones ya no resonaban igual de fuerte en su corazón. Hasta se sentían mal de solo pensarlo.

Sin embargo, cada uno de sus estrenos fue alejando a la tribu que le abrió los brazos cuando partió. Esos oyentes empezaron a irse, pero en cantidad eran muy pocos para advertirlo mirando estadísticas.

Ellos eran los que se iban en la profunda con todas sus canciones. Se identificaban con su visión y su forma de hacer música, y le dejaban unos testamentos en audio y texto que hacían que todo valiera la pena.

El éxito lo mareó tanto que primero no sintió esa ausencia. Pero luego notó que el feedback a sus nuevos temas ya no era el mismo de antes. Ahora le llegaban más mensajes, pero ninguno tan significativo.

Ni decenas de miles de likes, ni cientos de comentarios con tres emojis de fuego, pudieron llenar ese vacío. Tampoco los colegas más conocidos e influencers subiendo su música y etiquetando sus redes.

Desde afuera, lo único que se ve es la prometedora carrera de una figura en ascenso. Nadie sabe nada sobre la sensación de pérdida que experimenta en los pocos momentos que tiene para estar solo y pensar.

Mientras planea un tour, entrevistas y futuros lanzamientos con grandes artistas, su mente deambula por otro lado. En este momento, nada en el mundo le gustaría más que encerrarse en su pieza a musiquear.

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