“La carrera electoral por Puente Alto se puede interpretar como una réplica a escala de lo que pasa en todo el país. Al mismo puesto de trabajo postula una persona que se ha preparado y ha hecho méritos para obtenerlo, pero sus opciones se ven mermadas por alguien que viene de una casta dominante”.
La prensa chilena transforma todo en una especie de farándula, incluida la política. Ninguna discusión de ideas sobrevive. Siempre se personalizan hasta llegar al punto del absurdo. Ahora mismo el foco de la contienda electoral en Puente Alto está en el beef entre Pablo Chill-E y el alcalde Germán Codina, amplificado por los medios y su morbo cahuinero. Primero muestran lo que dice uno, luego juegan al clásico “¿y qué dijo el otro?” y así sucesivamente hasta difuminar lo central.
El punto acá es que Puente Alto lleva años secuestrada electoralmente por una derecha que entiende cada vez menos la situación de la comuna, y que tiembla de miedo ante la fuerza representada por Matías Toledo, el candidato a alcalde que pertenecía a la Coordinadora Social Shishigang. Toledo es el único obstáculo de la derecha para seguir enquistada en la municipalidad. Codina lo sabe, y su accionar difamatorio en el fondo trasluce la desesperación de su sector.
En estos días van quemarse los últimos cartuchos en la carrera por Puente Alto. La disputa está pareja entre Matías Toledo y la derechista Karla Rubilar, una candidata colgada del fantasma de Piñera, sin historia en la comuna y que nunca se ha dedicado al trabajo territorial. Absolutamente todo lo contrario de Toledo, impulsado por su labor en terreno y con una credibilidad que la derecha busca debilitar cuestionando el financiamiento de la Coordinadora Social Shishigang.
Los alegatos del alcalde Codina intentan crear una asociación entre el nombre de Matías Toledo y el de Daniel Jadue. En una viralizada entrevista radial, Codina sostuvo que una fundación ligada al Caso de las Farmacias Populares (por el cual Jadue se fue preso) también estaba detrás de las actividades de la Coordinadora Social Shishigang. Luego, recordó el apoyo de Toledo al estallido social para presentarlo como un amante de la delincuencia y un enemigo del orden público.
Codina fue más allá en sus redes sociales, donde subió un video apelando a los prejuicios en torno a la música urbana chilena y la narcocultura, con fotos de un viejo reportaje de The Clinic donde los Shishigang 1.0 salen mandrileando y posando con armas. Sus intenciones son claras: pintar a Shishigang no solo como una Coordinadora Social de dudoso financiamiento, sino lisa y llanamente como una organización criminal peligrosa para Puente Alto.
De esta forma, al subrayar el vínculo que hubo entre la Coordinadora Social Shishigang y Matías Toledo, Germán Codina y la derecha crean una narrativa que hace lucir a su rival más directo como una amenaza para la seguridad de la comuna. Básicamente, Toledo es el cuco ante el cual los puentealtinos debiesen reaccionar igual que un niño chico asustado. Porque así trata la derecha a los habitantes de la comuna: como polluelos que engullen a ojos cerrados cualquier historia.
La derecha, que habla en la voz de Codina, entiende perfectamente cómo funciona esta farándula/política de los dimes y diretes. Codina ataca la candidatura de Toledo en base a insinuaciones y supuestos, sin demostrar nada y con absoluto desprecio por los hechos medibles, como la cantidad de ayuda brindada en los territorios por la Coordinadora Social Shishigang, cuya enorme fuerza se debe a que atiende a las personas que su propia administración desatiende.
Matías Toledo fue por años el segundo rostro más visible de la Coordinadora Social Shishigang después de Pablo Chill-E. Su paso por la Coordinadora es la principal fuente de energía de su candidatura, y por eso la derecha lo ataca por ahí, sin asco de enlodar un trabajo colectivo hecho en base a la solidaridad y originado por el éxito del artista puentealtino más importante de la última década. Dicho de otra forma, a la Coordinadora le tocó ser el daño colateral de esta guerra.
En defensa de la Coordinadora Social Shishigang, Pablo Chill-E publicó una respuesta a Germán Codina en la forma de dos videos que podrían haber sido uno. Le faltó síntesis y le sobró espontaneidad, mientras la derecha claramente goza de asesoría comunicacional y entrenamiento en medios. Codina lanzó todos sus dardos en formatos breves e ideales para las redes: frases cortas y listas para clipear durante su entrevista radial, y luego un reel con el mensaje todavía mejor ordenado.
Pablo Chill-E pisó el palito de la derecha apenas decidió responder desde la visceralidad. Codina ahora los tiene donde quiere: dice haber recibido amenazas de muerte a causa de los dichos de Pablo y se victimiza para ganar simpatía y seguir ensuciando a Matías Toledo. Con el debido respeto a las proporciones, Codina está siguiendo el manual de Bolsonaro o Trump para martirizarse y así insistir con el storytelling que encuadra a Toledo como si fuera el demonio personificado.
Mientras tanto, en el olvidado plano de los hechos concretos, la administración de Germán Codina brilla por su mediocridad y la candidata Rubilar no da señales de poder hacerlo mejor. De hecho, sus únicas “calificaciones” para ocupar el cargo de alcaldesa vienen dadas por su rol como lamebotas del peor presidente de la historia de Chile. Carente de tracción propia al no tener nada que mostrar, Rubilar vive del apoyo heredado por sus vínculos a Piñera, a Codina y a la derecha.
En la misma dimensión, la de los factos, Matías Toledo ha demostrado sintonía con la calle y voluntad de trabajo por Puente Alto. Al contrario de Rubilar, Toledo vive en la comuna y lleva años comprometido con ella. Su posicionamiento en la carrera electoral no se debe al apoyo de una gran maquinaria, sino a la suma de acciones como las realizadas por la Coordinadora Shishigang, donde mostró tener visión al articular políticamente (y a su favor) el hype en torno a Pablo Chill-E y lo flaite.
La carrera electoral por Puente Alto se puede interpretar como una réplica a escala de lo que pasa en todo el país. Al mismo puesto de trabajo postula una persona que se ha preparado y ha hecho méritos para obtenerlo, pero sus opciones se ven mermadas por alguien que viene de una casta dominante y que simplemente es empujada por la inercia de pertenecer al grupo de los que siempre ganan. Suena familiar porque es la misma historia de siempre: la historia de Chile.