“Con la detención de Jere Klein, en circunstancias tan fáciles de evitar que llegan a ser absurdas, queda al desnudo una vez más que hay cantantes urbanos pegados navegando sin timón por aguas peligrosas”
La noticia más comentada esta semana, en el agitado mundo del género urbano chileno, fue la detención de Jere Klein, sorprendido con una bolsa de marihuana en un auto mal estacionado, del cual tampoco tenía licencia.
De entrada, cabe preguntarse por qué un chico de 17 años estaba al volante, con más de 20 gramos de cogollos, obstruyendo el tránsito en una arteria santiaguina (Santa Rosa). Eso en la calle tiene un nombre: andar regalándose a los pacos.
Desde luego, ser cauto no suele ser la especialidad de ningún adolescente, menos uno deslumbrado por el éxito. No hay que olvidar que Jere Klein está experimentando un cambio de vida positivo, pero brusco.
Se trata de un joven que, gracias a su piquete de pretty boy maleante y sus letras que retratan un mundo donde el GTA es la única Biblia, se hizo famoso con una rapidez nunca antes vista en la historia musical de Chile.
Jere Klein domina las listas de popularidad dentro del género urbano local, cuyos ídolos masivos han hecho un gran trabajo visibilizando los daños que causa en su salud mental la presión a la que están sometidos.
Hablamos, entonces, de un artista de muy corta edad trabajando en un ambiente estresante y en una situación inédita como número uno del país en tiempo récord. A todas luces alguien que necesita un cable a tierra.
Con la detención de Jere Klein, en circunstancias tan fáciles de evitar que llegan a ser absurdas, queda al desnudo una vez más que hay cantantes urbanos pegados navegando sin timón por aguas peligrosas.
Son varias las turbulencias que atraviesa Jere Klein. Ser adolescente es complejo y la fama es una experiencia alienante que en lo urbano equivale a vivir en un frágil equilibrio entre la credibilidad callejera y la presencia en redes.
Ahora, con una mano en el corazón: en el lugar de Jere Klein, cualquiera se despistaría un poco. Por lo mismo se torna imperioso que los mayores en su cotidiano y en su equipo de trabajo tomen conciencia y cartas en el asunto.
Es evidente que Jere Klein no está recibiendo la contención que, de manera indirecta, pide a través de su actuar temerario. A sus cercanos con más experiencia les toca poner atención a lo que, sin usar palabras, está intentando decir.