Por su estética y sonido es difícil posicionar a Leonora Tonini en Lautaro, una comuna de 30 mil habitantes al suroeste de Temuco. A los 18 emigró a Santiago con el impulso de la primera canción que publicó. Hace unas semanas abrió el show de Dillom y parece que 2024 abrirá otros portales más.
La semana pasada publicamos una nota sobre un reciente hit viral de la música. Historias de backstage en la redacción: llegamos dos periodistas al mismo tiempo a presentarle la idea de escribir al respecto al editor. ¿Señal de un fenómeno en ciernes?
La canción en cuestión es la inevitable “TOI ENOJÁ” de la cantante Kuina. Producido por Viangogh y con un hipnótico video dirigido por We0n4, el tema es medio en broma y medio en serio al mismo tiempo un experimento y una casualidad.
“Es como una burla a este tipo de cosas que se critican caleta o lo hacen virales, pero cuando un artista saca algo serio no lo pescan”, explicó la artista. Hace un tiempo el cantante Oliver Tree contaba que pasó años haciendo música “seria” sin que nadie lo tomara en cuenta y que no fue hasta que decidió sumarle componentes de humor y absurdo a su presencia digital que las cosas empezaron a suceder.
“Ha sido muy bacán, son números que no hemos tenido antes. Bien emocionante aparte que la gente lo recibió muy bien, es algo a lo que no estamos acostumbrados”, explicó la cantante sobre el hit.
En La Junta News explicó el origen de la canción: “Un día le dije al Vian que hiciéramos un tema muy estupido, que la gente diga ¿qué es esto? pero nunca lo terminamos. Subí una parte nomás a Tik Tok y se fue a la mierda. Viral. Princesa Alba, Aura Bae, Akatumamy, Soulfia, Cheska, Loyaltty, todas ellas subieron el audio. Mucha gente lo empezó a ocupar caleta así que tuvimos que terminar el tema. Y quedó bueno”.
La estética y el sonido de TOI ENOJÁ contrasta con el origen de Franccesca Leonora Tonini Cáceres. Ubicada en la región de la Araucanía, la comuna de Lautaro tiene 30 mil habitantes, queda a 30 kilómetros de Temuco. Es la tierra natal del poeta Jorge Teillier Sandoval. Según consta en la página de la municipalidad, es “zona de paso internacional para el transporte de carga entre la zona central y la zona cordillerana, uniéndose con la República de Argentina”.
De ese país es justamente una de las mayores influencias de KUINA, el cantante Dillom.
“Cuando lo empecé a escuchar, me gustaba caleta y pensaba cómo se podía llegar a hacer algo así, porque una cosa es quererlo y otra cachar cómo llegar a eso y en ese sentido, usar bien las referencias”, contó en entrevista con La Junta News.
El 26 de octubre- muy cerca de su cumple, ella nació un 21 de ese mes en 2002- ambos artistas compartieron el escenario del teatro Coliseo. “No sé ni cómo explicar lo importante que fue para mi, pude abrirle el show a mi artista favorito y acompañada de mi familia, las personitas que están conmigo desde el principio, mi pequeña familia en Santiago, fue hermoso todo gracias gracias gracias”, escribió en su Instagram.
El argentino le comentó el post con un sólido “rompiste”.
El momento es quizá el más importante momento de su carrera, hasta la fecha.
Ukelele y Miley Cirus
En entrevista con Tiro Records, Kuina cuenta de su acercamiento muy precoz a la música: “Desde chica cantaba, le cambiaba las letras a las canciones de Disney Channel y High School Musical. Después mi papá me regaló un ukelele y ahí empecé a hacer canciones”.
“Soy muy fan de Miley Cirus, una de las razones de porque me gustó cantar es porque era muy fan de Hanna Montana, también de Katy Perry, Lady Gaga y Britney”. Hoy menciona entre sus influencias a Rosalia, Leiti Sene y la chilena Fresasalvaje, pero que siempre está volviendo a escuchar a sus ídolas del pop.
En La Junta explica que sus abuelos hicieron las veces de sus papás, pero que ellos no tenían nada que ver con el arte. “Mi tata es camionero, y mi Lali teje”, dice.
“Pero yo les daba jugo desde chica cantando y les actuaba”, recuerda.
“Por ellos intenté estudiar agronomía y duré 6 meses. Realmente lo intenté. Ellos me conocen. Saben que soy llevada de mis ideas y que voy a lograrlo en la música, pero les daba miedo que me arrepintiera, pero eso no va pasar. De ellos aprendí que la constancia es lo primero. Con su apoyo y que ellos crean en mí no necesito nada más”.
En tercero medio se cambió a un liceo donde se desencadenó su gusto por el hip hop y las batallas de rap. Ahí empezó a escuchar, según consta en su perfil en Musica Popular, artistas como Ski Mask the Slump God, Tyler the Creator, Kendrick Lamar, Chystemc, Ana Tijoux y Catana.
“Ahí conocí amigos que fueron los primeros con los que grabé. Era con el teléfono y conectando los audífonos al PC.Había que meterse debajo de la cama, bien en silencio y de ahí lo pasábamos compu para ponerle autotune. Después empezamos a comprar cosas, pero me costó harto que me gustara una canción para publicarla”, recuerda.
Eso pasó con “colorblind”. Recuerda que compró un beat a 30 lucas, una millonada en ese momento. Que dibujó la portada, le hicieron unos efectos en Photoshop y la publicaron. “Le fue entero bien”, dice. Eso fue el 2021. Ese año decidió partir a Santiago.
Así nacía una artista con dos alter egos descritos en Música Popular así. Por un lado Leonora es Kuina, con música “desbordante en ritmo, sonido y ruido, descrita en el EP Konejo di plata (2022)”, y por otro Leonora Laffont “que presenta un lado más accesible a la escucha, poética y sensible”. Leonora también es diseñadora de moda y le gusta el modelaje.
“Me gustan los alter egos, quiero implementarlo. Así como Tyler y Nicki Minaj. Lo veo desde el lado teatral y también como un juego”, dijo en Ciudad de Beats.
Un conejo en la capital
“Me vine a los 18 a Santiago”, cuenta en una entrevista con Ciudad de Beats. “Mi mamá no me pescaba mucho, no fue tan difícil por ese lado”, reconoce.
“Mi carrera empezó cuando me vine a Santiago. Acá encontré herramientas, inspiración y la posibilidad de ahondar en mi esencia y explotar. (...) En Lautaro me sentía atrapada. Había noches en que no podía dormir pensando la cantidad de cosas que quería hacer y no podía”, dice.
La primera noche no tenía donde quedarme. Llegué a un show de Japogang y conocí a Nihla y otros artistas. En ese viaje sentí una cosa muy rara, como que tenía que hacerlo, fue un impulso. En ese momento conocí a mi manager también, fue todo muy certero”, asegura en La Junta.
“Cuando llegue conocía solamente al Sick (Xsickboi), un productor con el que hablaba por Discord. Nos hicimos amigos y me dijo que me podía quedar en el departamento de un tío de él”, agrega.
“En Santiago me sentí otra persona. Es como si hubiera evolucionado. Antes de eso estaba en un momento muy represivo, en amistades y relaciones familiares. Acá podía ser yo y a nadie le molestaba como era, así que explotó mi personalidad. Cuando voy a Lautaro las viejas se dan vuelta a mirarme, por el pelo y los tatuajes. Acá no pasa eso, fue un alivio sentir que podía hacer lo que quisiera”, dice en la Junta, agregando que también tuvo que empezar a verlas por sí misma y experimentar sensaciones como la melancolía, la tristeza y también echar de menos.
Todo eso sirvió de inspiración para el más reciente trabajo de Kuina titulado “en el cielo viven los serafines”. “No me gusta inventar historias, sino escribir de cosas que me han pasado” dice.
“Trato de acompañar a personas que han pasado por cosas similares a mi, hablar de familia, de estar lejos, o de sentir incomprensión. Ese es mi mensaje, de no sentirse solos estando solos”, dice en la nota de Tiro.
En su estómago, en letras grandes y góticas, Kuina tiene tatuada la palabra “ambición”. También está en su nombre de Insta. Bien podría ser el motor de la joven artista. Eso y la constancia y perseverancia, que como reitera en varias notas, le inculcaron sus abuelos.
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