Kuina: Única en su especie

Kuina (créditos: @Saimon_uncacnny).

“Única en su especie, Kuina atrae seguidores y al unísono genera resistencia entre los oyentes de gusto tradicional que consumen artistas menos excéntricos”.

“Todas quieren un poco de mí, pero no puedo estar en todos lados”, dice Kuina en el coro de una de sus nuevas canciones, ‘Raspukuin’, donde reinterpreta un clásico de la onda disco (‘Rasputin’ de Boney M). La frase bien podría describir el actual momento de su carrera, transformada en una de las artistas de mayor proyección en Chile y con cada vez más manos de la industria tratando de alcanzarla para quedarse con un pedacito de ella.

Visto desde lejos, el fenómeno de Kuina luce explosivo, pero lo cierto es que lleva un tiempo incubándose, como esos rumores que crecen y crecen. Ya en el 2021, su nombre (que al comienzo no tenía la A al final y sonaba igual que el del grupo Queen) era hypeado como una de las novedades del panorama santiaguino, al que llegó desde su natal Lautaro. “Es la más dura del pop/tech”, me comentaba su colega y colaboradora Nihla por esos días.

El pop/tech con el tiempo se fue incorporando a otros sonidos, pero la huella de Lautaro ha sido imborrable. Su compleja relación con la ciudad, ubicada en la Región de la Araucanía, es una parte esencial de su lore. En ese lugar están varias de las claves biográficas que permiten descifrar su arte. Sin el sur de Chile, entender a Kuina resulta imposible porque en su historia y en sus canciones no es solamente un escenario, sino también un personaje.

Más que cualquier artista de su generación, Kuina expresa el sentir de las personas que llegan a Santiago buscando oportunidades que en sus regiones no existen. Gran parte de su discografía plasma esa experiencia, narrada en los días de “Konejo Di Plata” (2022) a través de recursos estéticos sacados del cine de terror y que reflejan con maestría (e insólito realismo) lo que una cantante de provincia atraviesa durante sus primeros meses en la capital.

Especial mención para ‘Santiago Horror Story’, la canción con la joven leyenda Marcokein (otro que sabe de abrirse paso en la metrópolis) donde Kuina se ríe de lo fino que pican la cebolla los artistas urbanos en sus entrevistas. “Nos vamos pegan do do do / tengo que pasar más frío pa’ contarlo en la interview”, canta, valiéndose del mismo sarcasmo juguetón y ácido con el que luego se burlaría del machismo en uno de sus principales singles: ‘Toy enoja’.

El sur despierta en ella toda clase de sensaciones. En ‘Lorena’, un tema extraído de “En el cielo viven los serafines” (2023), Kuina transparenta una pena tan azul como su pelo cuando habla del desarraigo que siente respecto a su propia familia. Pero en ese mismo EP sale ‘Temuko’, donde habla de la mala piola en la escena regional cantando con ironía: “Viajemo’ a Temuco pa’ que nos miren feo / murmuren de nosotros mientras todos graban mi show”.

Como en toda relación compleja, su vínculo con el sur tiene un lado luminoso. No hay folleto turístico ni campaña publicitaria que haga lucir a la Región de los Ríos mejor que ‘Kalafken’, donde Kuina caracteriza al lago como un santuario personal y lo describe con un entusiasmo que dan ganas de sacar pasajes al tiro. “Baja conmigo al sur, que las estrellas aquí sí brillan”, dice la letra, aludiendo al cielo nocturno santiaguino, manchado de smog.

Kuina desbloqueó un saber esencial del arte: que el origen y la originalidad van de la mano. En el fondo, seguir conectada a la fuente de la que vino la mantiene distinta al resto. Profundizar en su origen (Lautaro, el sur, su familia, el pasado) la empuja hacia un arte cada vez más original, en el que sus ideas no solo encuentran forma de canción, sino que también se expanden visualmente gracias a un staff con el que tiene plena sintonía creativa.

Única en su especie, Kuina atrae seguidores y al unísono genera resistencia entre los oyentes de gusto tradicional que consumen artistas menos excéntricos. Difícil encontrar un post sobre ella sin comentarios de hombres incómodos negándose a aceptar la realidad: que una chica rubia del sur está haciendo cosas más provocadoras y atrevidas que cualquiera de los ídolos malotes del género urbano. Si pagaran por incomodar normies, Kuina ya sería millonaria.

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