“La imagen de los Kinoto es uno de los aspectos más llamativos de su propuesta, y uno de los mejor desarrollados, con todo un universo visual nacido en base a sus canciones y sus letras”.
“Están muy japoganes estos hardtraperos nuevos”.
Eso fue lo que pensé cuando vi y escuché a los Kinoto por primera vez. Mi punto de referencia de algo parecido eran los Ryodan, un proyecto donde la fritura jugaba un rol trascendental, tanto positiva (creativa) como negativamente. Los Kinoto eran como Ryodan, pero no eran como Ryodan. Su nivel de insolencia me resultaba similar, pero en el caso de los Kinoto carecía del trasfondo autodestructivo de los Ryodan.
En resumen: los Kinoto no estaban tan fritos.
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Lo primero que me gustó de los Kinoto fue advertir su autoconciencia, un rasgo propio de la generación que se crió con cámaras encima y que ve el mundo a través de TikTok. Ellos saben perfectamente lo que están haciendo, qué lugar ocupan y cuáles son las reacciones que causan.
También saben que no son Ryodan. Que son otra cosa y que no necesitan mostrarse de la misma forma.
Eso les da control sobre lo que hacen. Porque independiente de lo que te generen los Kinoto, lo más probable es que sea exactamente la sensación que ellos buscan generarte.
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Los Kinoto se refieren a sí mismos como unos cabros chicos que hacen música. Eso es cierto, pero hasta ahí nomás.
¿Cabros chicos? Sí, pero no cabros chicos cualquiera.
Estos son cabros chicos con una visión.
Pregúntale a los Kinoto por lo que están haciendo y todos van a describirlo usando palabras como “humor” o “provocación”. Ninguno de ellos quiere hacerte creer que piensan lo mismo que cantan o, peor aun, que viven lo que cantan.
Lo suyo es teatral, es performance y es absurdo.
Y no por eso es menos real.
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La imagen de los Kinoto es uno de los aspectos más llamativos de su propuesta, y uno de los mejor desarrollados, con todo un universo visual nacido en base a sus canciones y sus letras.
Mi representación favorita del colectivo ocurre en el video de ‘Pito y Pote’, un single junto a Kuraimokha del proyecto más ambicioso de un Kinoto en solitario: “Trapsin” de Trinset, donde también aparecen Kid Lucilfer y Kuina como invitados.
En ese video, los Kinoto son payasos malvados, y los payasos malvados simbólicamente representan el acto de tomar un arte y exagerar sus elementos hasta subvertir su sentido original.
Algo muy parecido a lo que hacen ellos.
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En los Kinoto se materializa la imaginación de Kuraimokha, su fundador, lider de facto y uno de los sub-20 con más futuro que he conocido en la música chilena últimamente.
Kuraimokha ha moldeado a los Kinoto según sus propias inquietudes a nivel musical y estético, pero también les ha dado una épica como grupo de trabajo que resuelve sus propias necesidades hasta volverse un pequeño ecosistema.
Los Kinoto hacen de todo. Ni siquiera se quedan esperando que los inviten a tocar. Ellos organizan sus propias tocatas.
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La canción que me hizo conectar emocionalmente con los Kinoto, y en particular con Kuraimokha, no tiene nada que ver con el hard trap. De hecho, es lo que podríamos llamar el polo opuesto del hard trap: un plugg bien sensible.
El tema lleva por título ‘Mikasa’, apareció en junio pasado como parte del disco “Mokoso” y su letra confesional expande los horizontes emocionales de Kuraimokha. Yo no recuerdo a otro exponente chileno del hard trap mostrándose así de vulnerable. Después de escuchar ‘Mikasa’, queda claro que Kuraimokha es alguien que se ríe para no llorar.
En el fondo, como que sí había un poquito de Japogang por ahí. Un centro cremoso bajo la cobertura crocante.
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“Cómo te lo explico
Las cosas feas que digo en los temas nunca las dedico
Si las dedico, son para mí
(...)
Puede que me odies
Yo me odio más”
Kuraimokha - ‘Mikasa’ (2024)
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Vlitzar69 sale meando un disco de Los Prisioneros en los videos promocionales de su nuevo disco, “Dogshit”.
Por hacerle pichí encima a un emblema del rock nacional como “Pateando piedras”, el Kinoto de cabellera roja y motuda recibió una ola de odio.
Eso era justamente lo que buscaba.
Ahora en TikTok el video tiene más de 180 mil reproducciones, 12 mil likes y mil comentarios, así como varias secuelas.
Caleta de promo pa un disco que se llama “mierda de perro”.
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En el mismo video promocional, Vlitzar69 se ríe de la idea de hacer plugg (a pesar de que tiene uno por ahí con Bbycnte) y la distancia que marca demuestra que no todos los Kinoto son iguales. Kuraimokha sí ha hecho plugg y otro de los integrantes de la familia, el Puxxita, se mueve harto por esa gama sonora.
Pero eso no significa que Vlitzar no tenga su corazoncito.
Muy controversial e iconoclasta será el Kinoto Rojo, pero hace un par noches lo vi en sus stories hablándole a los fans que no tuvieran plata para venir al show de los Kinoto en la Microcasa.
Él mismo quería pagar sus cupos.
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En general, lo que más me gusta de los Kinoto es que aman a sus fans. ¡Los aman! Pero es que de verdad los aman. Es cuático. Yo trato seguido con artistas y soy testigo de que el cariño de los Kinoto por su gente es real y profundo.
Kuraimokha me pidió que la fecha acá en la casa fuera más barata para que sus fans, que en su mayoría ni siquiera están en edad de generar ingresos, pudieran venir igual.
Y a los cabros en general lo que más les alegró de la invitación fue saber que este es un espacio donde básicamente ocurre un meet and greet que dura toda la tarde. Nada los motivó más que la idea de dar un show íntimo para sus fans después de haber pasado una tarde entera interactuando con ellos.
Ahí yo veo una conexión especial.
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Siempre he pensado que todos los artistas (y en general todos los personajes) que son de verdad interesantes tienen a la vista alguna contradicción gigantesca que explica quiénes son.
Los Kinoto son interesantes justamente porque son contradictorios. Son interesantes porque cantan atrocidades 100% funables y luego despliegan una ternura conmovedora.
En esa contradicción está la llave para descifrarlos.