“Fuera de cuán exacta sea cada versión, las acusaciones contra Diego Sagredo revelan el peligroso nivel de informalidad con que se desarrolla el trabajo musical en Chile”.
La funa por incumplimiento de pagos a Diego Sagredo, el manager más connotado del género urbano chileno, pone de nuevo sobre la mesa un tema urgente para un movimiento que crece y crece: el desamparo legal de los artistas al firmar sus contratos discográficos.
Ithan NY, el artista que asumió la vocería (no así la autoría de la funa) contra Sagredo, lo acusa de quedarse indebidamente con los millones de pesos de sus repros. También plantea que hay más afectados, aún temerosos de alzar la voz públicamente.
Mientras las redes apagan el incendio con la bencina del morbo, y la situación escala con denuncias de acoso y hostigamiento de parte de Sagredo al equipo de Ithan, poco y nada se advierte que todo esto es como un gran déjà vu. ¿No había pasado antes algo parecido?
La respuesta es: montones de veces. Cantantes urbanos peleando con ex managers vemos a cada rato en las historias de Instagram. Los problemas contractuales de toda clase abundan en la escena local y las disputas económicas están a la orden del día.
El caso de Diego Sagredo resalta por la talla del personaje. De todos los managers chilenos, ninguno había sabido posicionarse mejor como el artífice del boom urbano local. Sagredo es percibido como “el manager de las estrellas” y como una especie de Rey Midas.
Artistas de gran repercusión masiva como Harry Nach, Pablito Pesadilla y Kidd Tetoon han estado bajo el alero de Sagredo, que actualmente trabaja con Polimá Westcoast. Hablamos de un manager en la principal esfera de poder dentro de la industria musical chilena.
Ithan NY, por su lado, tampoco es un peso ligero en la escena. Hablamos de uno de los exponentes del trap más conocidos del país, con una carrera exitosa bajo todos los parámetros numéricos con los que se mide el impacto y alcance de los artistas urbanos.
Fuera de cuán exacta sea cada versión, las acusaciones contra Diego Sagredo revelan el peligroso nivel de informalidad con que se desarrolla el trabajo musical en Chile, mientras su defensa (alegando temer por su integridad y la de su familia) deja en evidencia lo mismo.
Aunque la trama es la de siempre (“¡págame la plata que me debes!”), el peso de los actores que la interpretan envía una señal desalentadora sobre la naciente industria urbana en Chile. Si pasan cosas así en lo más alto de la pirámide, ¿qué queda para el resto?
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