La autoproclamada noche más importante de la música urbana chilena fue una ceremonia con mucha menos épica que la del año pasado y bastante espacio para mejoras.
La primera edición de los Premios LaJunta fue una velada histórica para el movimiento urbano chileno, necesitado de refuerzo positivo tras crecer exponencialmente sin reconocimiento alguno en grandes plataformas. Esa ceremonia llegó a sanar varias heridas en el corazón de la escena local y por lo mismo será recordada en los libros como una noche mágica.
Un año después, el boom urbano sigue en plena marcha, pero algo muy importante cambió: sus dimensiones. Ahora todo es mucho más grande. Si el 2021 la máxima aspiración era pegarse, este 2022 es pegarse de forma mundial. El éxito de Cris MJ y Polimá Westcoast, entre otros, simplemente movió el límite de lo posible para los artistas chilenos.
En su segunda versión, los Premios LaJunta buscaron recrear la épica de su debut y durante la transmisión se reiteró en varias ocasiones que esta era “la noche más importante de la música urbana chilena”. Sin embargo, los avances de este año hicieron más clara que nunca la distancia entre este movimiento rebosante de juventud y los viejos códigos televisivos que (por más que sea un espacio online) rigen a LaJunta.
El actual momento de la música urbana chilena requiere ser mostrado de una manera fascinante, glamorosa y sexy, tres atributos que brillaron por su ausencia en una transmisión más similar a la Teletón o el Festival de Viña por el feísmo reinante en ella. Hubo una suma de detalles que le quitaban a la velada su aura de importancia como por ejemplo no evitar los planos que mostraban las numerosas sillas vacías en La Cúpula.
Tampoco ayudó a la causa la inexplicada ausencia de JC Rodríguez (a la larga la principal estrella del espacio incluso por encima de los artistas) durante el primer bloque. La forma en que apareció, sin aviso y con los ojos inyectados de lágrimas, contribuyó a enrarecer el ambiente. Sobre todo considerando que LaJunta es un espacio JC-céntrico que apoya su peso en el animador y su desenvoltura como bestia televisiva.
Entre el peso de cargar expectativas demasiado altas, una lamentable falta de suspenso al momento de anunciar a los ganadores, boches de micrófonos abiertos, cambios de cámara que atentaban contra el buen gusto, problemas técnicos como el que demoró a Chyste MC, las ausencias de protagonistas del año como Standly, Polimá Westcoast, Pailita y Ak4:20, y la relativa apatía de un “público” formado por artistas y otras figuras con dificultad para dejar de ser protagonistas (como Gianluca que no podía dejar de robar cámara desde su asiento con un minion de peluche), lo cierto es que fue una ceremonia con mucho por afinar todavía.
Mientras tanto, las impecables presentaciones de La Brígida Orquesta, El Forest y Chyste MC, así como el sentido del espectáculo de Princesa Alba y la búsqueda de Young Cister y Cris MJ por ofrecer algo especial en vivo solo acentuaron la creciente brecha que separa a nuestros productos musicales de calidad exportable de un producto televisivo como este cuya calidad quedó al debe.
Lo que pasó anoche en los premios LaJunta ha sido una constante de estos últimos meses en la pantalla chica, donde programas desastrosos como Urbanos de TVN son incapaces de escapar de los viejos códigos de la farándula y la telecebolla, reduciendo a una estrella mundial como Polimá Westcoast al mismo estatus de un chico reality porque no saben cómo acercarse a un artista y mucho menos entienden cómo enaltecerlo.
En lo que respecta a los Premios LaJunta, si el 2021 todavía alcanzaba con las buenas intenciones y harto ñeque, este 2022 pedía nada más y nada menos que excelencia. Así de rápidos son los estirones que se pega el movimiento urbano chileno. Una ceremonia que se autoproclama la más importante del género necesita estar a la altura de las circunstancias. La versión de este año sin duda no lo estuvo, aunque la buena voluntad construida por LaJunta en sus años al aire le permitirá pasar el chaparrón esta vez.
Pero que se sepa desde ya: la exigencia el 2023 será aun más. Otro retroceso como este y en breve estaremos de nuevo preguntándonos cuándo será el día en que la música urbana chilena tenga la premiación que realmente se merece.