“Easykid es un hypebeast. Su sentido del estilo llama mi atención desde los tiempos de K$WAD. Soy fan de la manera en que fusiona la música y la imagen”.
Easykid es un hypebeast. Su sentido del estilo llama mi atención desde los tiempos de K$WAD. Soy fan de la manera en que fusiona la música y la imagen. A partir del 2019, con el EP “Visionari”, siento que esa afición por la moda no solo se puede ver, sino también escuchar. Sus canciones suenan a pasarelas y alta costura.
Pionero e influyente, Easykid caminó para que artistas como Facebrooklyn o Ivo Wan Kenobi pudieran correr. Hoy es el líder y fundador de una ola de cantantes unidos por un detallismo estético que se plasma tanto en el cuidado look and feel de sus proyectos como en la sofisticación de sus diseños y confecciones sonoras.
Mi impresión es que este desfile de solistas glamorosos tomó vuelo con el estreno de ‘Pa que pichea’, una master class sobre cómo hacer que la música dialogue con lo visual hasta crear algo tan inolvidable como los primeros segundos del video, donde los cambios de outfit de Easykid se sincronizan con la intro galáctica del beat de Dysbit.
Por hacer tan patente el nexo entre la moda y el perreo, se me ocurrió que reggaeton boxy fit sería un buen apodo para esta wave. El término se explica por sí solo. De hecho, creé una playlist de Spotify con el título “Reggaeton boxy fit”, la dejé en blanco sin temas y pedí sugerencias en Insta para llenarla. Fácil la mitad decían Easykid.
A todo esto, inventar nombres es una vieja tradición de la prensa musical. Los gringos en los 60 bautizaron como “soul de ojos azules” (blue eyed soul) a la música afroamericana hecha por blancos. Y en los 90, los ingleses le pusieron “mira zapatos” (shoegazers) a las bandas que por el uso de pedaleras tocaban con la vista gacha.
Reggaeton boxy fit ingresa oficialmente al diccionario de Microtráfico, repleto de términos surgidos por la necesidad de describir lo que tenemos alrededor. Por eso acá siempre salen cosas como “la estética flaite” o “los baltilokos”. Es más, a la familia de la que viene el reggaeton boxy fit ya le habíamos puesto dos nombres antes.
Los reggaetoneros boxy fit forman parte del fenómeno de los “hombres sensibles” AKA “los Kidd Voodoo”. El primero es el título de un podcast del 2023 donde presagiamos el actual boom melódico, y el segundo apareció hace unos meses en una columna donde hablo de ellos en contraposición a “los Jordan 23″.
Si tuviera que ordenar esto, diría que el reggaeton boxy fit es el ala más vanguardista de los románticos urbanos que están robándose la movie. Como no todos los carros son iguales y claramente hay un abismo de diferencia entre Easykid y Gino Mella, el reggaeton boxy fit es una definición que permite hilar más fino.
Por cierto, decirles “wekitos” para mí nunca fue una opción. Cuando uno mira la homofobia como una pirámide en cuya cima están los crímenes de odio, resulta muy fácil darse cuenta de que la base de esa estructura es el lenguaje discriminatorio formado por esa y otras palabras con las que se inicia la escala de la violencia.
Obviamente comentarle “wekito” a Gino Mella o Drefquila no es lo mismo que golpear o matar. La mayoría de los cabros lo hace con un afán humorístico, no para causarle dolor a otros. Solo siento que les falta recordar un sad fact de la condición humana: que existen muchas formas de dañar sin tener intenciones de hacerlo.
En todo caso, ni ahí con paquear moralmente a nadie. Me cargan los sermones y siento que no llevan a nada. Por eso mi voto en contra de la palabra “wekito” no consiste en vociferar, sino en tomar acciones concretas como evadirla del todo y buscar formas de abordar el mismo fenómeno con un vocabulario que no reactive traumas.