Este no es un review de “Planes de medianoche” de Young Cister. ¿O sí?
Tres descargos de famosos cantantes urbanos. Primero, Standly: “Perdonen si a veces canto weás en mis temas, pero es para pegarme nomás”. Segundo, Julianno Sosa: “Al peo hay q grabar tanto perreo ql perkin sin sentido pa sonar pulento”. Tercero, Pablo Chill-E: “Ya me aburrió el reggaetón culiao y la música comercial y la ctm no es lo mío”.
Todos acompañaron sus dichos con promesas de hacerlo mejor a futuro. Standly afirmó que se convertiría en un ejemplo a seguir para los más jóvenes de su audiencia. Julianno aseguró que pegaría una de las mejores canciones de trap de toda su carrera. Pablo adelantó que luego de su próximo álbum volvería al trap característico de sus inicios.
Son los propios artistas pegados quienes declaran su hastío con el estado creativo del material que llega al top 50 de Spotify y a las tendencias de YouTube. Canciones que ellos mismos interpretan, pero sin satisfacción ni orgullo. Es música que no los representa porque no dice lo que les gustaría decir ni suena como les gustaría sonar.
Desde el polo opuesto, los artistas que están en el underground por hacer las cosas a su manera tampoco miran con simpatía la fórmula explotada por los más escuchados . “Antes de que empiece el tema culiao, ya sé qué mierda dice”, grita enrabiado Yung Roska en ‘A la tienda’, un hard trap que problematiza el superávit de clichés.
“Si siempre tení la misma rima de mierda / de tussi, de keta, de plata y pala y perra y coche con auto / de seda interior y estrella, sí señor dime qué quiere má?”, rapea Yung Roska, en un furioso conteo de las temáticas más repetidas de las canciones que se pegan, a las que también critica por tener esquemas de rimas demasiado predecibles.
Yung Roska y otros inconformistas de la escena urbana alternativa causan grietas por las que entra luz al movimiento, pero el juego de los números está en su contra. Quienes lo tienen a su favor, en cambio, no reman contra las tendencias que los favorecen. Salvo por una reciente excepción que merece párrafos aparte: Young Cister.
El nuevo disco de Young Cister, “Planes de medianoche”, rompe la monotonía de la que tantos se quejan. Con las manos firmes en el volante de su carrera, el Joven Cisterna demuestra tener el control de su música y gira en una nueva dirección artística. Pero lo más importante del álbum es la señal que envía: un llamado a cambiar.
Standly podría pedir perdón por el resto de su vida, Julianno podría subir 100 stories diarias diciendo que prefiere el trap y Pablito podría tuitear que odia lo comercial hasta quedar sin huellas digitales, pero eso no cambiaría nada. Dado que la realidad ocurre en el nivel de las acciones y no de las palabras, “Planes de medianoche” realmente pesa.
Buscando vida más allá del reggaeton, Young Cister no solo expande su propio rango de acción, sino el de todos los artistas urbanos que ocupan un espacio similar al suyo entre los favoritos de la gente. “Planes de medianoche” los deja sin excusas para seguir repitiéndose a sí mismos y los empuja a transformar el blablá en música. Ahora es cuando.
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