Estoy demente, porque ando todo el día pensando en sexo. En la calle puro miro colas, en el Metro me voy por las pechugas y cuando llego a mi casa agarro a mi señora y no la suelto hasta la una de la mañana. Y mi problema pasó por lo último, porque la viejita tiene 52 y me dice que la deje un rato tranquilita y yo no puedo. En cambio en la pega hay una lolita que me está tirando los chitecos hace como un mes. Por más que le hago el quite, la cabra me lanza los perros. Y me voy a juntar con ella el martes próximo en un restobar. Voy a ir a la pelea y así agarro una buena sucursal que aguante mi enfermedad.
CALIFORNIA
Don Calentón:
Con 50 años, supongo que esa es su edad, anda impeque en la vida del cuatro letras. No necesita ayudita azul y piensa en que todo es catres, sábanas, dedos abiertos y nada más. Creo que usted tiene el mal de la adicción al sexo, como el actor Michael Douglas. Y eso se pasa con un tratamiento clínico. En vez de meter la cabeza al doblevecé gástese con la pierna suave de la pega, mejor vaya al médico. Si no le pasa un martillo para que se pegue en el cabeza de pala, le dará medicamentos. Su señora está cansadita y respétela. Aunque hay algunas cincuentonas que llorarían por un marido ganoso. Vaya piano, piano y suspenda la cita con la hembra del trabajo. ¿Para qué?