Doctor:
Amo a mi perro, en serio. Lo saco a pasear sagradamente apenas llego de la pega, le compro comidas especiales, le converso y tenemos una tremenda comunicación. Le digo esto porque mi perro llena mi vida.
Eso es porque estoy más solo que un dedo, porque mi esposa me dejó por un gallo más bacán. No soy penca: tengo mis calugas, soy medianamente culto, sano y no gano mal. Pero apareció otro, más romántico, con más plata y quizás qué cosas más. Lo cierto es que quedé solo y con mi perro.
Ahora me salió alguien, una doglover, que ama a su perrita y es igual de rayada que yo. La conocí trotando con su can y desde ese momento empezamos a llamarnos, guasapeamos, fuimos a comer, pero no pasaba nada. ¿Tímidos? Creo que sí.
Y de pronto acabamos en la cama por culpa de los perros, ya que fui a su depa con mi canino y apenas vio a su perrita, se le fue encima y no pudimos separarlos. Nos reímos, nos fuimos a un lado para dejarlos tranquilos y, cuento corto, terminamos igual que nuestras mascotas. A lo perrito.
El problema es que después de eso siento que la perrita de ella y mi gran amigo han pasado a la historia. O sea, nos preocupamos de ellos, pero hemos dejado de lado el diálogo humano-camino y me siento un traidor a mi perro y ella también. No lo podemos evitar. ¿Traidores?
DARÍO
DON PULGUIENTO:
Leí atento su correo y me quedó en claro por qué lo patearon: se da muchas vueltas en las cosas. A veces en la vida hay que ir de tres cucharadas y a la papa. ¡Lo dejaron por pajero, tal cual! Aclarado eso, voy a ustedes y los perros.
Excelente que su pasión canina haya cuajado en unirla a una mujer a su medida. Los perros, aparte de ser buenos acompañantes, cumplen la función de unir a las personas. Y eso es bueno. Bien por usted y su hembra, y bien por los cuadrúpedos.
Pero lo penca de todo esto es que le están dando vueltas innecesarias al tema. Los animales y mascotas ayudan, acompañan, suplen carencias, pero no son todo. Ustedes ya están con su amor y los perritos también, déjenlos jugar al trencito tranquilos y pónganse a hacer lo suyo sin atados. Es más, cópienles. A lo perrito, cucharita, rásquense y aúllen tranquis en el ring de cuatro perillas.
Y si los perros ladran, es porque su relación va caminando, a cuatro patas, pero caminando.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com