Me fui a vivir al sur hace un tiempo, así que el depa que tenía en Santiago lo arrendé. Y al irme también se acabó la guerra cuerpo a cuerpo que mantuve con mi vecina, a la que le hacía las tareas un poquito antes de separarse.
Doctor Cariño:
Me fui a vivir al sur hace un tiempo, así que el depa que tenía en Santiago lo arrendé. Y al irme también se acabó la guerra cuerpo a cuerpo que mantuve con mi vecina, a la que le hacía las tareas un poquito antes de separarse.
Todo partió como una locura. Un día llegúe con la pipa, ella estaba afuera toda urgida porque había perdido las llaves y yo, entre galán y curagüilla, me ofrecí a ayudarla. Al final mientras llegaba un cerrajero lo esperamos en mi casa y entre vino y vino acabamos mojando mis sábanas blancas.
Así partió esta obsesión: yo llegaba calladito, ella salía a esperarme y luego me las daba de gásfiter y le destapaba las cañerías. Pero estoy angustiado, porque un día volví y mi vecina se había ido para siempre sin dejar rastros. La extraño y no sé qué hacer.
Nano
Mi plomero
Qué noble la pega que usted agarró como oficio con esa vecina necesitada de un buen sopapo. Si partió de patas negras, a estas alturas da un poco lo mismo, porque se notaba que ella ya no tenía una llave inglesa que apretar a dos manos. Y usted, a lo mejor, fue ese príncipe vestido con overol azul que la pobre tanto soñaba, que sin darse cuenta le sacó el sarro de las cañerías oxidadas por ese amante corneta que la dejó para siempre.
Amigo, yo creo que a usted le hizo tilín la doncella y no lo quiere reconocer. Así que métase al computador y búsquela. En estos tiempos siempre quedan huellas y al encontrarla invítela una tacita de café en serio, no como el Profesor Jirafales que se fue en puros gases con Doña Florinda.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com
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