Doctor:
Anda un compañero de pega que llegó hace dos semanas a mi departamento de Contabilidad. Éramos cinco mujeres y un hombre y con el arribo de este loco quedó la embarrá. Andan todas enfermas por él, porque de verdad está terrible de rico. Pero él me pesca a mí, me mira a mí y me quiere comer a mí.
No le voy a andar con rodeos, la única casada soy yo y el resto solteras. Pero me picó el bichito y estoy que le suelto el simio. Mi marido llega curao todos los días y ni me pesca, entonces yo también necesito divertirme. Dígame qué hacer, porque mi ángel guardián me dice que no haga nada y el diablo me señala con alevosía que entre a pata pelá.
Muriel
Mi guagua:
Sé cómo debe andar buscando que le rieguen la plantita y más encima un guachón como me lo describe le calienta el caldo. Seguramente lo ve al caminar y se lo imagina a potope o haciéndole el caballito, pero la verdad es que eso queda para sus compañeras que están solterísimas.
Creo que primero debe ver su situación matrimonial como para pensar después en encatrarse con otro. Quizás su marido llega muerto a la casa, porque la encuentra fome o de puro borracho. Para eso necesita una buena conversa y dígale care palo que hay un hombre que le mueve el piso y que no es él. Va a quedar terrible de desvalido y hay dos alternativas: que se la juegue por usted, o siga pololeando con una linterna con cuatro pilas. Si es lo segundo, ábrase y vaya a la pelea en la pega. Ojalá sea la primera opción. Obvio. Si no, pa' que miéchica se casó.