Doctor:
Hace poco me instalé con un almacén de barrio, algo que no quería, porque la gente no respeta horarios, si está cerrado tocan la puerta igual, es centro de pelambres, no se descansa.
En fin, pero la falta de plata mandó y aquí estoy, ganando plata y, lo que no quería, comiéndome cada caserita.
Sipo, no quería, porque la carne es débil, me conozco y caí en la tentación. Tengo tres a las que hago pasar para atrasito y nos damos con tutti. Y hay más, pero las tengo chantadas.
Lo re penca de todo es que ya alguien le fue con un cuento a mi mujer y anda así de cachuda. Ando tranquilito, mansito y urgido.
¿Cierro el negocio?.
Ricardo
Don Ricky:
Usted se asemeja a Don Otto, que culpó al sofá de los galopes que su mujer se pegaba sobre el mueble.
No, compadre, la culpa no es del negocio, sino de su entrepierna juguetona que no supo decirles no a las caseritas ansiosas de carreras a la chilena atrás del negocito.
Antes los almaceneros colocaban letreros con "hoy no se fía, mañana tampoco"; bueno, a usted le recomiendo poner en su mente uno que diga "hoy no nuqueo o zapateo en fonda ajena, y mañana menos".
Así estará clarito cuando le meneen la cola para una cabalgata cochina. Dedíquese a su casa, su mujer y ganar plata.
Y cuídese, porque capaz que el marido de alguna caserita le aforre porque su mujer le pagó en género.
Pega y cacheteo no se llevan.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com