Doctor:
No sé qué hacer, doc. Tengo entradas para el Festival de Viña con mi mujer y una pareja de vecinos, pero el drama es que, casualmente, no nos ponemos de acuerdo a quién ir a ver...
Mire, pasa que tenemos entradas para ir a Romeo Santos, pa’l jueves, y Cat Stevens, para el viernes. El atao es que mi mina quiere ir a ver al loco de las bachatas y yo al melancólico viejo de la guitarra. Y mi compadre de la casa de a lado tiene el mismo problema, pero al revés. Él quiere Romeo y su mujer, “Gato”.
Como estamos de vaca acá juntos en Viña, quedamos en que mi bruja irá con el vecino y yo con la vecina. Santo remedio. Lo que me asusta es que a la socia de la casita pareada me la agarro hace como un año y, como es temprano lo de Stevens, de seguro nos va a dar ganas de reposar la espalda en la arena. Igual la hice de oro, ¿eh?
Vivaldi
Pavarotti:
Car’e poto como Ud. hay varios. Pero lo suyo es supremo. Le come la color al vecino y, encima, arma junta con él para arrendarse casa en Viña, ¡y en familia! La de Pelé, ah: con las dos mujeres que le pone en el ring bajo el mismo techo.
Pero ojo, mire que los que se creen vivos muchas veces terminan pasado a gladiolo. Y su caso tiene toda la vuelta de tuerca para que sea así....
Mientras usted estará dando la lata con las letras del viejito Cat Stevens, su señora y el vecino se habrán mandado flor de carrete con las canciones calentonas del voz de mina resfriada. Vea el panorama... Ellos con música para mover la cintura y acercar las cinturas y uds. llorando letras de los años 70. Vaya a acostarse, iñor.
Lindo intercambio se armó, caballero. Lo felicito. Y todo gracias a su chispeza. Abrazo.