Doctor:
Tengo una vida feliz, tranquila, con un marido guapo y amoroso, hijos inteligentes y bellos. Todo lindo y bonito, en serio. Pero hace poco, en una reunión de amigos de antaño, se me cruzó un tipo bien atorrante, le diré, pero educadito, con buenos datos, informado y algo extraño en su mirada.
Por ahí me fui cayendo de a poco en su blablá y me sacó a bailar salsa. Yo no sabía bailar y él me enseñó en un dos por tres. Ahí caí redondita en sus garras. No sé cómo, nos besamos y pasó lo que tenía que pasar, y sigue pasando.
No quiero nada con mi esposo ya, lo encuentro aburrido y hasta muy oloroso, demasiado, como que le falta aroma a hombre. Bueno, no lo estoy pasando bien en casa, quiero estar por mis hijos, pero no quiero estar porque me hace falta mi moreno. Me siento mal y de a poco me estoy volviendo más bebedora. Deme valor para hacer algo.
Mali
Malita:
Usted es terrible de fresca, le diré. No puede ser que se meta con patas negras con pinta de cuma, medio pasado a ala y encima bueno para el chamullo intelectual y el merecumbé.
Mija, usted de puro califa se puso a mirar para el lado y, de tanto sapear, perdió el equilibrio emocional y se cayó de cabeza al guáter.
Si tanto le gusta el moreno bueno para la salsa y campeoncito del catre, sea bien mujer y dígale a su cornudo marido que ya no va más, que es fome, que no anda pasado a macho y que es recontra malo para el catre.
O, si prefiere, es más mujer que nadie y le da la PLR al frescolín y se aboca a recuperar su matrimonio. Esta es la opción que más me gusta, claro que antes debe cultivar a su marido en las artes amatorias y hacerlo transpirar harto para que ande olor a macho, o sea, pasado a ala.
Seguro que le va a gustar más y se va a poner a galopar al toque con él. Así no sufren tanto sus cabros chicos y se gana un pedacito de cielo. Hágame caso.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com
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