Amigo consejero:
Estoy claro que a mis 55 años no puedo andar discotequeando, ni en pubs, ni bailando reggaetón. Pero en el amor no hay nada escrito.
Me enamoré perdidamente de una cabra de 23 años. Es una gordita golosa, simpática y nos llevamos muy bien en el ring.
A tal punto de que estoy tomando Viagra día por medio. Debo reconocer que la pastilla funciona de verdad.
Me hace poses, se me sienta encima, me pide el vuelo del cóndor y de todo. Pero la semana pasada salió con el pastel que quiere casarse conmigo y me pidió que fuera a su casa para presentarme a sus papás, cuando su papi y mami son menores que yo.
Me da vergüenza, me siento viejo. Pero por otro lado, creo sentirme feliz con ella y me casaría feliz, pues estoy divorciado con todas las de la ley.
Eso era mi doc.
Roberto
Don Robert Redford:
Lo primero que debe hacer es pegarse con una montaña en el pecho, porque la gordita lo tiene feliz. Le juguetea, lo hace moverse como cuando estaba en la Media y ahora lo tiene a punto de pisar el palito. Seguramente le da julepe enfrentar a sus suegros que podrían ser sus sobrinos, pero el dicho ese de que en el amor no hay edad está más repetido que la mosca de Memo Bunke. Y es ciertísimo.
A todo esto, hay una farmacia que está en el centro donde el Viagra se encuentra en liquidación. Yo fui la semana pasada y aún ando con el martillo en la mano...
Enfrente a los padres de su rellenita y dígales que detrás de ese hombre canoso hay un niño con un gran corazón y una gran herramienta... para arreglar las cosas del hogar. O sea un gásfiter y técnico en mantención eléctrica.
Le va a ir bien y sígale dándole a su reina, dándole mucho amor.