Doctor:
No lo quiero molestar con leseras, con cosas de cabra chica, puede pensar usted... Pero hace seis meses cumplí los 18 años y soñando con intimar con algún chico me lancé a la vida con todo, así, de un viaje. Pololié con cuatro cabros, eso sí, sin que ninguno supiera del otro. Y con los cuatro tuve amor, desde el grado 1 hasta el grado 5 o más. Y me quedó gustando eso de ser una chica con power, con dominio, tal como lo soñaba desde que las hormonas empezaron a zapatear en mi cuerpo. Ojo, que no le escribo para llorar que salí con vale en caja porque se me olvidó tomar la píldora . No. Sucede que quedé enamorada de uno de mis galanes, que resulta ser el más debilucho a la hora de jugar a las “50 Sombras de Grey”. Y hay otro, que es enfermo de feo, peleado con la rasuradora y medio pasado a ala, pero que se las sabe por libro y me enseña el “Kamasutra I, II y III” en cada sesión. ¿Cómo hago para compatibilizar ambos chicos? ¿Con cual de ellos me quedo?
VANIA
Mi mala pécora:
Usted sí que se las trae, mi ovejita descarriada. Se las trae y se las lleva. Demás está repasarle un código de conducta moral y decirle que el que la pille comiendo a cuatro bandas le diga que es una suelta o “cochina”. Imagino que eso es como un pun de mosca en el espacio, un ejercicio inútil, una pérdida de tiempo. Lo importante aquí es que si la pillan usted puede quedar desprestigiada por los galanes heridos, que hasta la pueden grabar en sus cacheteos y tirar las imágenes de las performances a las redes sociales. Claro, se pueden ir presos por semejantes gracias, pero un hombre herido es capaz de dejar la patá, aunque después deba tomar el sol a cuadritos. Consejo, no se quede con ninguno, al que le toque ganar su corazón, igual va a sufrir, porque usted, por lo que me cuenta, es insaciable y comprometida en eso del merecumbé. Le aconsejo seguir con las medidas profilácticas, como los preservativos, las pildoritas, y desear que se le tranquilice el cuerpo para hallar el amor.