En una junta de ex compañeros de curso de nuestro liceo vimos un desfile de viejitos y viejitas muy maltratados por la vida, aunque en materia de plata ninguno flaquea.
Doctor Cariño:
En una junta de ex compañeros de curso de nuestro liceo vimos un desfile de viejitos y viejitas muy maltratados por la vida, aunque en materia de plata ninguno flaquea. Era terrible, pero de pronto se hizo presente el más feo del curso, esta vez acompañado de la cabra más cotota de la generación de 1981.
Él estaba entero operado, con todos sus chocleros bien puestos, o sea, atornillados; cero guata y con harta chasca. Ella, de mini, taco alto y el envase de este mundo carnal incólume, como cuando éramos quinceañeros.
¿Y sabe qué? Pasó lo impensado, en un espacio dentro del jolgorio la abordé y tras unos lentos como los de antaño, se me abrieron las puertas del cielo. Me dijo que por qué no y que fuéramos al combate, pero con su esposo de por medio. ¿Cómo la haya? Lo estoy pensando, pero deme el consejo.
Lucio
Lucito:
Mire, podría hacerla cortita y en dos palabras, pero me voy a dar un tiempo para explicarle que puede estarse metiendo de cabeza en el manso forro.
Asumo que usted debe estar emparejado, con cabros chicos y una vida tranquila. Así las cosas, le digo que las mantenga tal cual están, sin escándalos ni bombas que le estallen en la cara.
Meterse en un cachascán de tres es súper complicado, más para un tipo que ha tenido una vida normal. Una cosa lleva a la otra y usted puede terminar convertido en el jamón del sandwich en ese menage a trois (es francés y se pronuncia menach a trua) y después viene la resaca con harto dolor en el alma. El conejo es breve: aléjese de ahí.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com