El abuelito de Shrek

Médico del amor: 

Soy una nena de 22 años y acabo de cumplir cinco años de relación con el papá de mi hija. Mi guachis ya tiene dos años, y a los tres no nos falta nada, incluso el Pulento nos permitió comprarnos una casita.

Pero no soy feliz. Al contrario, soy una persona triste y solitaria. ¿Y sabe por qué?

Creo que se perdió el respeto entre los dos. Nos tiramos puras palabras feas, hirientes,

de esas que hacen pebre la cuchara.

Entre nosotros ya no pasa nada. Ni siquiera nos rozamos. Él ya no me mira como antes, todo porque engordé unos kilitos. Todos los días me dice que estoy gorda, que baje de peso y que me inscriba en el gimnasio. Y yo le respondo que "escoba".

Fíjese que en dos años él subió como 14 kilos y se avejentó tanto que se parece al abuelito de Shrek.

Mire, yo no soy una blanca paloma. También soy mañosa y lo hago harto rabiar, pero esto ha sido culpa de él desde que nos cambiamos a la casa propia. Antes, cuando vivíamos con mis papás, era todo un santo. Y como la casa la compramos a nombre de él, se aprovecha y me dice que me va a echar.

Este cambia por época, porque cuando lo conocí en el Liceo Politécnico era de lo más dulce, hasta que me hizo pisar el palito y cambió del cielo a la Tierra.

No tengo la valentía de irme, porque acá tengo de todo y estoy con él sólo por la niña y para que no se críe sin un padre. Y más encima, mis papás no me creen porque lo encuentran el hombre perfecto.

¿Qué puedo hacer, doctor? Estoy muy complicada.

FIONA

Querida ogrita:

El mofletudo de su pareja le vendió la tonta pomada donde sus taitas, porque el dejarse estar es una tontera que les pasa a caleta de parejas, sobre todo cuando han venido pitufitos a este mundo y las mamurris quedan con más guata que Ronaldinho. Pero el tongua de su pololo tenía la semilla de maldad dentro suyo, porque mira el melón en la panza ajena y ni se fija en la mansa sandía que se anda golpeando con las rodillas. Le apuesto que con los 14 kilos que se puso encima, tiene que hacer pipí de oído. Súper sexy. 

Cuando se pierde el respeto se va matando la flor y si usted cree que ya nada podrá salvar la suya, entonces le recomiendo que agarre su cabra chica, su tarro de mayo  y el kilo de manjar que le queda en el refri, y se mande a cambiar.

Su hija no va a quedar sin papi por no vivir con él, además es súper indigno que la anden echando a cada rato de la choza  propia que ayudó a levantar. 

Seguro que al rato va a ir rodando a rogarle que vuelva, y si eso pasa, ahí usted ponga condiciones, vuelvan a pololear y cache si le da la pasada otra vez, pero así como están, la relación suya va a durar menos que la Vale en Quién Quiere ser Millonario.

Así que vaya convenciendo a sus papás de que le vayan haciendo un ladito y le echen más agua a la olla, porque le crean o no, el gil que se hacía el macanudo resultó ser terrible de penca. Ningún merme que quiere a su mina la anda chantajeando con echarla de la casa. Le apuesto que si le cuenta a su papá, el caballero me va a hallar la razón. No sea lesa, si siguen así, su relación sólo puede empeorar ¿o usted cree que va a aguantar las tallitas del saco de brevas hasta que la muerte los separe? Habría que ser bien masoca.

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