El cemento lo tiene bruto

Doctor Cariño:

Cuando pienso en él me derrito y no sé cómo conquistarlo. Es tan rico, tan fortachón y no sabe ni que existo. Se trata de un jornalero de la construcción que trabaja en el edificio de al lado de mi casa. Está haciendo un radier hace como tres días, y parece que le queda una semana más, porque hay que arreglar un estacionamiento allí mismito. Paso en buzo bien apretado, me chanto el colaless arriba del bluejeans para que me cache, le pregunto la hora y me la da, pero no cacha que lo estoy joteando, y hago miles de cosas más y naca la pirinaca. El hombre lo único que hace es agarrar la pala y escuchar cumbia en una tremenda radio que trae de su casa. Baila solo, canta como orate, y yo trato de hacerle ojitos y el gallo es pura pega. Es como si estuviese hipnotizado con el ripio y el cemento, acompañado de la bachata también. Dígame profe cómo hacerla para comerme a ese bombón.

COTETITA

Mi guacha:

Acá hay un dicho muy chileno y viejo que se llama calentar la sopa. Y para eso no basta con preguntarle la hora a un compadre que lo único que hace es palear y arreglar el cemento para que pegue bien y la gente no se saque la cresta. Además, si el hombre anda con el manso equipo para escuchar a Romeo Santos o a Noche de Brujas, es porque es fanático de la música. Ahí está el gancho, mi perrita. Póngase la mejor mini, y entre al edificio moviendo la cintura y con una cara de califa, pero tiene que ser al máximo. Cuando él levante la cabeza ( la de arriba) para mirarla, le apuesto que se le secará el cemento y le quedarán las patas pegadas en una arena movediza. Pero no importa, porque ahí usted le dice que lo quiere conocer, pues le fascina la música que él escucha. Es el mejor consejo. Le apuesto que cambiará la pala por el palo y ése lo ocupará con usted mijita. Juéguesela.

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