Doctor:
Soy peluquero y tengo 28 años. Mi vieja siempre ha tenido peluquerías y cuando era chico pasaba metido en ellas. Estudié eso y trabajo en un salón de buen nivel en el barrio alto.
Sin ofender a nadie, soy bastante machito. Y ese ha sido mi problema. Ya me he agarrado a seis peluqueras, a dos clientas y la dueña no me echa porque estoy seguro que le gusto y me quiere puro comer.
Sin embargo, el drama más grave es que estoy enamorado de la hija de la propietaria, que también labura junto a mí.
Por un lado está la vieja, que me hostiga para que me la sirva, y por otro lado está la mujer que amo, y que le crearía un drama a su madre si llega a salir conmigo. Ayúdeme.
Andy
Hombre manos de tijera:
Eso de que en las peluquerías se ven hombres finos o algunos con modales femeninos cada vez es menos. Ser estilista es una profesión que se está agrandando en todas partes. Hay hasta musculosos cortadores de chasca.
Y en el caso suyo se le está agrandando la calentura, porque ahora le falta que agarre a calugazos a los maniquíes de las pelucas.
Es que se ha comido a medio establecimiento y más encima ya está pensando en la ley de la lagartija, con la madre y con la hija.
Si realmente está enamorado de aquella joven, cuya mamá lo persigue, váyase del local, busque otra pelu, y regrese a buscar a la hembra que lo cautiva.
Y no picotee por todos lados, porque se le pueden enojar por ahí y con la misma tijera del cabello le pueden cortar el quetejedi.