El veterinario del amor

Obi-wan del amor: 

Soy un humilde “padawan” en las lides amatorias y como que ando fallo a las señales femeninas. Por eso es que lo consulto, no me vaya a mandar un condoro con una fémina que llegó hace poco a mi consulta. Antes debo aclararle que soy veterinario, amo mi profesión y soy un doctor 24/7, o sea, voy cuando me llamen a atender a las mascotas. Ah, tengo 35, estoy soltero y he pololeado una sola vez. Bueno, hace poco llegó una señorita de 25 años, con un gran danés viejo y con problemas óseos y articulares. Le dije que con 12 años en esta perra vida el peludo estaba jugando sus últimas cartas. La chica, muy bella, se puso a llorar en mi hombro, la abracé y así estuvimos cerca de 15 minutos. Después me besó y tuve que separarla, porque me pellizcaba la ética profesional. Ahora me llama tupido y parejo para conversar de su perro (“Castorcito”) y quedamos de salir a bailar y cenar. Pero me sigue molestando la ética profesional, creo que no debiera involucrarme con la dueña de “Castorcito”. ¿Qué dice?

FRANCISCO

Mi padawan:

Mire, en mi academia Jedi del cacheteo recibo cualquier cantidad y clase de consultas, y usted entra en las de los pasaditos por agua. ¿Me entiende? No puede ser que a los 35 haya tenido sólo una polola y me cruje que aún no ha gritado ¡Viva Chile! Pero, bueno, hay que instruir. Usted debe prenderle velas a “Castorcito” ahora y cuando deje este mundo perro, ya que sus males hicieron posible que tuviera acceso a una hembra de primera. No se preocupe, vaya, salga con esa chiquilla y cumpla con su cometido en la vida, porque la tal “Ética” no le va a dar lo que ella le pueda entregar. A lo mejor ella se revela como una diosa en el catre y usted lanza por fin vivas por nuestro país. Así que déjese de pavadas y hágale los honores a su perrita. Que la fuerza lo acompañe. 

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