Tío doc:
Hola mi doc. Tengo 18 añitos y un urgimiento terrible. Fíjese que tengo un yunta de colegio desde que teníamos cinco años y hemos crecido juntos, casi comiendo del mismo plato. Pa’ que cache, nuestros papás se hicieron amigos la cachá de tiempo y ahora hasta veraneamos juntos. Hermanos, doc, hermanos. La lata es que mi compadre es medio quedado con las minas y con solo mirarlas se le ponen los cachetes rojos... De la cara, obvio. Como soy buena onda con mi partner, me las di de Cupido y logré que una mina que anda bien rica lo acompañe a una fiesta. Y él la ama. Llega a llorar en las noches pensando en ella. Con ilusión, mi compadrito se perfumó, sacó la mejor percha, le pidió el auto al papá y la fue a buscar. Doc, ella se veía bella. Tan bella, que al final el que la fue a dejar a la casa no fue mi amigo, sino que fui yo... Ni le describo lo que hicimos en la alfombra, como diría el poeta Ricardo Arjona. ¡¡¡¿Y ahora, qué hago?!!! Capaz que se me arme el manso atao en la familia.
PELAFUSTÁN
Cabro chico:
No le debiera ni responder por andar mencionando a ese Arjona. Es como patá en la guata. Aaarghhh. Pero bueno, su drama, de cabro chico con espinillas mórbidas, no es para taaanto. No creo que le quede la mansaca en la casa, porque me imagino que, como amigos, las cosas se solucionan como hombrecitos. Ahora, todo depende de cómo fue que terminó en la zona vertical con la dama en cuestión. Si fue de califa, estamos mal, porque eso multiplica por 15 la chanchada que le hizo a su partner. Si fue porque le gusta la cabra, ahí hay más solución. Su brother deberá entender, a la larga, que hay buenos sentimientos y esos nunca deben esconderse. Pa’ la otra, pajarito, no siga dándoselas de Cupido, mire que si mete la pata de nuevo es para que lo desherede hasta el perro. Ya, vaya a acostarse, su cabro chico.