Enamorado de Thalía

No sé si le habrá pasado a usted, pero el otro día fui a un concurso de canto comunal. Toco la guitarra eléctrica y acompaño a una orquesta que era la banda oficial del evento. Cantaban cabros chicos, viejitos teclas, profesores, de todo.

Estaba en lo mejor poniéndole talento con rancheras hasta que de un momento a otro apareció en el escenario una mujer que se puso a cantar Thalía. Ese tema de la Piel Morena. Yo la acompañaba, pero al mirarla me di cuenta que se movía de una forma increíble. Su guata era una culebra. Le juro que mientras rasgueaba la guitarra se me levantó el pantalón. Usted me entiende. O sea, estaba tocando con la mansa nariz escondida detrás del instrumento de cuerdas.

Me puse nervioso, desafiné, pero salió al final todo bien, ya que la mina terminó su actuación. La busqué, la encontré y era lo que pensaba: la reina no podía ser más califa. Le tiré un par de chirolazos y terminamos en mi casa. Ella es casada, pero dice que no está ni ahí. Yo tengo mis dudas, porque el hombrón es del barrio, violento, y me podría cachar ¿Juego?

Chungungo

Oiga:

Conocí a un Chungungo en la Villa Olímpica, pero no creo que sea músico, porque no tocaba ni la campana, así que voy a suponer que se trata de otra persona. 

Cuático lo que le pasó. Menos mal que no andaba con buzo, porque ahí sí que da lata. El elástico se estira y a uno le alcanza hasta para colgar una toalla ahí en el mango, adelantito. A mí me pasó en una piscina. Tenía como 15 años y a una mina se le cayó el sostén. La miré y quedé más loco que el Ronald. 

Obvio que no podía salir del agua, hasta que me apuré y puse la ducha con agua fría. Ahí bajé las revoluciones. Es normal lo que le pasó, pero no en esas circunstancias. Usted estaba trabajando ahí en la orquesta, por lo tanto estuvo malena, porque le pagaban por eso. Menos mal que no toca la corneta en el Passapoga o la batería en el Nigth And Days. Las minas saldrían todas arrancando. 

Ahora que la jermu sea casada, siempre digo lo mismo: arranque, para qué va a meterse en forros. Su marido los va a pillar y su misma guitarra se la va a reventar en lo que es zapallo. Un marido engañado es como un toro en plena furia. La fuerza no la mide.

COMPARTIR NOTA