Me enamoré hasta las patas en plena pandemia. Ni yo me la creo, pero entre Tinder, WhatsApp y Zoom conocí al amor de mi vida...
Doctor Cariño:
Me enamoré hasta las patas en plena pandemia. Ni yo me la creo, pero entre Tinder, WhatsApp y Zoom conocí al amor de mi vida. Un angelito caído cielo. O del norte, en rigor, porque vive a varias regiones de distancia. Y no es que le ponga color, pero estoy a un tanto así de que me salte la liebre. Al menos eso me dijo ella, que también corta las huinchas por conocerme.
Si todo sale como acordamos, viajaré a verla apenas levanten la cuarentena. ¿El drama? No le veo el ojo a la papa desde hace harto tiempo y temo haber perdido el talento. ¿Qué debo hacer para que no se note la falta de training y pueda quedar como rey? Quiero puro casarme, doc. Si la viera, sabría que una no es ninguna con ella. Présteme ropa, por favor, que yo quiero puro sacármela, jajá.
Francisco
Pancho:
Lo noto ansioso, cabrito. Y hasta podría entenderlo, si me hubiera aclarado cuánto tiempo lleva sin poner los ojitos blancos. Por su omisión, imagino que la pandemia sólo agudizó su sequía y la enchufa menos que Blandi en el peloteo criollo. Lo compadezco.
Eso del "talento" no se lo compro, ah. Si hubiera sido bravo en el ring no estaría arrugando antes de tiempo. ¿Mi consejo? Si de veras el cucharón le palpita y sueña con repetirse el plato junto a su amada de aquí a la eternidad, relaje la vena, enfríe su lado salvaje y vaya con calma. En todo sentido le digo: lo mejor es ir suavecito, Paso a Paso diría el ministro. Si hay amor, todo fluirá.
Ah, y sáquese las pilchas cuando corresponda.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com