Por la pega mandé a la familia a la playa, aunque todos los fines de semana he estado viajando a verlos. Pero el viernes pasado mi vida cambió.
Doctor Cariño:
Por la pega mandé a la familia a la playa, aunque todos los fines de semana he estado viajando a verlos. Pero el viernes pasado mi vida cambió.
Alcancé a agarrar el último bus de la noche. Me subí todo sudado y con tanta, o poca, suerte que el único asiento vacío era al lado de una cuarentona, que iba arriba de la pelota. Era lo que ahora le llaman "Milf", con todo bien puesto. No sé si fue por el copete, pero la doña rompió el hielo de una y por ahí por el túnel Lo Prado ya me había contado que era separada y que hoy lo pasa rico a puro "cachangou".
Cuando llegamos al terminal, me invitó unas piscolas y me fui en la volá, porque no sólo se las acepté, sino que terminamos haciéndonos bolsa. Ahora tengo cargo de conciencia por mi mujer y mis niños. Le imploro luz divina.
José
Mi mojigato:
No le voy a tirar la primera piedra, porque también tengo recuerdos de esos míticos viajes en bus a la playa, donde corrían el melón con vino y las petacas que calentaban la sangre al final del pasillo. Uno también tiró las manos, al fragor de la rayuela corta, pero con la diferencia que no había ni anillo ni hijos de por medio.
Por eso, siento que su "Milf" no fue más que la chispa que estaba esperando para recorrer la ruta del pecador infiel. Que yo sepa, la separada no le puso la pistola al pecho y eso de que iba emparafinada no fue más que una excusa para justificar su canita al aire. Le aconsejo que mire a la cara a sus niños y se retuerza un buen rato en la culpa, para que aprenda a valorar lo que tiene.
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