Estoy a punto de ponerle el gorro a mi marido. Hay un vecino que es muy guapo y lo único que hace es halagarme.

Me tira piropos, me dice que soy inteligente y me ayuda con las bolsas de la feria. Todo, mientras mi esposo está echado mirando el CDF todos los días. Ve partidos repetidos, doctor. Está enfermo.

No pasa nada en la cama, no pasa nada a la hora de almuerzo, ni para conversar. No pasa nada con las tareas de los niños. Para él su preocupación es llegar de la pega, poner el 165 y quedar turnio a pura pelota. Estoy chata y con muchas ganas de que me rieguen la flor.

Usted deberá entender que a mis 40 años estoy vivita.

ROSAMARÍA

Rosy:

Con 40 años está en plena edad donde las piernas se le enchuecan hacia el exterior con alevosía. Es que es jovencita y le quedan, mínimo, 30 años para ponerle weno a la hora de la cama. Y si su marido no la pesca, no le ponga los cuernos. 

Primero, debe agarrarlo de llegadita del trabajo. Lo sienta en la cama, usted se empelota y le pega un baile muy erótico. Si él toma el control remoto, usted se me mete al gimnasio y vuelve a hacerla a los tres meses. No mi vida, es broma. 

A lo que me refiero es que debe enfrentar el tema con él. Sobre todo por sus hijos. Y lo del sexo si se lo plantea, creo que comprenderá y cachará que no le va a poder hacer el amor a un arco, o a un balón de fútbol. Amenácelo, y cuéntele que la están joteando. Va a quedar cachudo y la agarrará seguidito. Y sus niños andarán como avión, también.