Sensei:
Un amigo me presentó a una chiquilla. Salimos, nos tomamos un par de cositas y nos fuimos a su casa.
Ahí nos agarramos como condenados, haciendo crujir el somier -sin exagerar- casi cuatro horas (habitualmente duro con suerte 10 minutos).
Como quedé cachudo, la volví a visitar a la semana siguiente y pasó exactamente lo mismo.
La niña es una maestra, no tiene una cuerada de modelo ni mucho menos, pero en el ring no he conocido nada igual.
El cuento es que en unas tres semanas me voy para siempre de esta ciudad porque me cambio de pega, así que no es un buen momento para iniciar una relación. Por lo mismo, ni siquiera quiero contestarle el teléfono. ¿Estoy mal?
Lorenzo
Lolito:
¿Qué da la higuera, aparte de higos?... eso mismito es usted. Su historia iba tan regüena hasta que se agiló.
Si la chiquilla hace maravillas, si huele rico, si es capaz de convertir una pistolita de agua en un saiyayín del colchón ¡¡¡¿Por qué cresta se anda haciendo el difícil?!!!
Que se cambie de ciudad no debería ser impedimento para intentar formar una relación con esta chiquilla que tiene harto mérito.
¿Y no le contesta el teléfono el lindo? Qué se cree, ¿Brad Pitt? ¿Tom Cruise? ¿El Doctor Cariño? No pues, ahora mismo agarre el teléfono, llámela y júntese con ella a conversar. Ojalá la princesa siga con ganas de verlo.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com