Señor Doctor:
Ya voy por los sesenta y algo, con dos matrimonios y cabros jóvenes profesionales por la vida. Mis ex están bien conmigo y ya emparejadas. O sea, tengo libertad y plata porque trabajo en un rubro de ventas a la minería. ¿Mi drama? Como viajo por el país vendiendo maquinaria, me alojé en una pensión, donde conocí a una dama de cincuenta abriles.
Ella es eso, una dama, pero en el catre, mi señor, es de temer, una diosa, una virtuosa que le saca música a mis viejos huesos como si fuera un lolo, ni pastillita azul necesito con ella. Lamentablemente o afortunadamente, no sé, ella ocultaba un demonio, una fiera en su casa.
Una treintona soltera, igual de rica que su madre. Al cabo de una noche de meta y ponga con la dama, con ruido y todo aquello que hace linda la vida, fui a la cocina a tomarme una lechita reponedora. Ahí me estaba esperando la hija y sólo con pantuflas. El efecto de la lechita fue implacable y terminamos sobre una mesa con tutti. Ahora debo dejar pochitas a dos mujeres, cuál más exigente.
No me quejo, la paso en el cielo, pero he notado que mis fuerzas no son las mismas y, lo más terrible, las dos saben que atino con ellas. No tienen drama, pero yo sí. ¿Arranco o aguanto hasta la destrucción?
CARLITOS
Don Chaplín:
Da pena que habiendo tanto y tan rico para comer, uno acabe lleno y sin ganas de morfar más. Usted es un afortunado, se sacó el Loto o el Kino del cacheteo y anda llorando miserias en esta página.
Lo mejor que puede hacer es ir al doctor del cuerpo y contarle que quiere dar batalla en dos frentes, que anda por los sesenta, que requiere ayuda para seguir gozando. Seguro que lo va a examinar, le va a pedir exámenes y con precaución tal vez se lleve su pastillita azul, la ¡toing!, pa' cumplir en dos frentes.
De mi parte, está claro que el fenómeno de la colusión llegó para quedarse, incluso en los catres. Aquí no hay fiscalía que lo salve, mijo. Si quiere seguir incólume y sin susto al catre, haga la del cobarde: arranque a perderse.
Lo otro es aguantar, con pastillas pitufas, buena carne término medio, harto piure y pailas marinas. Y aquí recuerdo a mi abuelo, que quería morir con las botas puestas, pero lo hizo en un hospital y entubado. Dele no más, mijo.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com.