Espero que usted me dé un luz, me señale el camino y me diga qué hacer en este trance macabro de la vida. Llevo cuatro años tratando de conquistar el corazón de una mujer, hemos tenido nuestros encuentros en la cama y han sido un Kamasutra en vivo.
Doctor Cariño:
Espero que usted me dé un luz, me señale el camino y me diga qué hacer en este trance macabro de la vida. Llevo cuatro años tratando de conquistar el corazón de una mujer, hemos tenido nuestros encuentros en la cama y han sido un Kamasutra en vivo. Pero cuando le hablo de poner orden, de formalizar la relación, se me escapa y prefiere no hablar de eso. Ella quiere que todo siga así. El principal argumento que me da es que aún siente cosas por su marido, pero que no la pesca y prefiere dedicarse a ganar plata y tener mucho poder. Mientras ella anda en busca del amor de su cónyuge, ahí quedo tirado yo, con el corazón en la mano y siempre en las sombras. Déme su consejo, lo imploro.
Ariel
Don Ari:
Digámoslo de una buena vez: usted es un quemador de espinazo, un patas negras y ella es una gorrera de tomo y lomo. Son como bandidos del amor, un parcito tipo Bonnie and Clide, pero de infieles. ¿Estamos? Así las cosas, lo mejor es que se abra, que dé un paso al costado y no pesque más los llamados de esa dama, que para lo único que lo quiere es para hacer crujir el catre y demoliendo hoteles, como dice el viejo Charly García. O sea, lo quiere para puro darle, para la patá y el combo. El cuerpo de ella está con usted, pero la mente está al lado del marido que no la pesca. Ahora, si usted cambia el chip y acepta que está para que le den sólo su merecido... ¡igual está mal! Porque eso de comerle la color a otro es una actitud penca del ser humano. Búsquese una relación más sanita y prospere. ¿Ya?
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