Ya no doy más, doc. Soy una jugadora de handbol que también juega a dos bandas: pololeo con un basquetbolista, pero también me tira un futbolista. Representamos la misma escuela y el amor empezó aprovechando las salidas para representar nuestra camiseta. En Punta Arenas inicié el romance con el pivot de la pelota naranja. Un bombón de 2,01 metros, manos grandes, pie grande... Bueno, grande de todo, en general. Yo mido 1,70 y nos la encachamos para andar bien en el ring. El drama es que conocí en Arica al 10 del equipo, una ricura tierna de 1,60, hábil con la esférica, pero más capo en el suda que suda de sábanas. ¿Qué hago? Estoy confundida. ¿Me quedo con el chico o el grande?
MARCELA
Deportista de bajo rendimiento:
Qué ironías de la vida, ¿no? Usted representa fielmente lo que es el blanco y el negro: chico y grande, norte y sur... Y usted, curiosamente, de porte mediano. De que le gustan el leso, y especialmente las pelotas, eso está clarísimo. Usted tiene harta facilidad para entrar al área y hacer goles, y bueno, también viceversa. Al basquetbolista se lo está pasando por el aro, pese a que usted destaca sus dotes de abundancia. Por la altura, a lo mejor al cabro le cuesta mucho que le llegue la sangre al cerebro y no se está dando cuenta que tiene cachos del porte de sus manos, pies y... Y en cuanto al enanito, lo tiene de peluche por las noches. Decídase por uno, oiga, mire que de tanto andar jugando al teto termine perdiendo un partido más importante...