Soy, por lejos, la más mina del lugar. No hay quién se me iguale. Porque aparte de linda me visto increíble. Oiga, no peco de soberbia, como diría el Mago Valdivia, pero es la purita verdad: soy la envidia de todas.
Doctor Cariño:
Soy, por lejos, la más mina del lugar. No hay quién se me iguale. Porque aparte de linda me visto increíble. Oiga, no peco de soberbia, como diría el Mago Valdivia, pero es la purita verdad: soy la envidia de todas.
Tengo 30 y conocí a un lolo de 18 años. Él me ganó por insistencia la salida, porque el tipo es bien feo y es muy cabro chico para mi gusto. Es un flaco alto sin gracia, parece palo. Y tiene una ñata que parece colgador de ropa. Pero la mitad... Usted me entiende. Tiene los ojos para afuera, como guarisapo, y su pelo es tan grueso que parece que fuera un solo cabello. Feo el hombre.
La cosa es que yo debo estar muy mal, porque bastaron un par de salidas y una cita de amor carnal para que me volviera loca por el Federico. El problema es que ahora no me pesca ni los mensajes. ¡Lo odio!
María Eugenia
Kenita
Vaya egocentrismo el suyo, estimada Kenita. Como se diría en mis azucarados tiempos, usted se cree el hoyo del queque. Lamentable, además, que sea tan orgullosamente preocupada de los detalles físicos de su contraparte. Porque el que sea "feo" para el prototipo actual no le impide ser atractivo.
Pues bien, me alegro lo que le pasó. Sí. Es un baño de humildad, necesario, para que se le quite el sorprendimiento de haber sido burlada por un Federico, un tipo común y corriente.
Consejo: ande más de humilde por la vida y preocúpese de cultivar el cerebro y reactivar la materia gris. Porque pucha que es "fea" de eso, oiga.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com